miércoles, 25 de febrero de 2015

Islas de Uros y Taquile

Nuestra estancia en Puno, población situada a 4.000 msnm y a orillas del lago Titicaca, estuvo bastante afectada por el "soroche" o mal de altura y eso a pesar de que en el desayuno tomabamos el té de coca. El entorno urbano de Puno, con calles de tierra en obras, casas a medio construir y fachadas sin acabar, pues sólo se pagan impuestos cuando se terminan las casas, nos trasladó una imagen de ciudad en construcción o más bien que había sufrido un terrible seismo.
El lago Titicaca es el lago navegable con mayor altitud del mundo (3.820 msnm) y es inmenso (8.372 km²). Su nombre significa "Puma de Piedra", por la forma que adquiere su perímetro. En el puerto de Puno tomamos una lancha para visitar las islas de Uros y Taquile.
Los uros son una etnia proveniente de la Amazonia que se mezcló con los aymaras, habitando los márgenes del lago Titicaca. Se autoexiliaron de tierra firme, huyendo de los pagos abusivos de impuestos y construyeron islas artificiales, hechas con totoras y sujetas en sus extremos por unas sogas atadas a palos que se incrustan en el cieno del fondo del lago, de forma que las islas flotantes quedan estáticas.
La totora o junco, es una planta acuática que crece en abundancia en el mismo lago y con ella se construyen las islas, las casas, los barcos, la artesanía y también se come y se utiliza como combustible.

Tuvimos oportunidad de comprobarlo, pues una vez desembarcamos en una de las islas flotantes, y después de la extraña sensación de saltar sobre la base de totora, vimos una niña que nos ofreció compartir un trozo de totora. Le quitamos la parte exterior de color verde, quedando una parte blanquecina y la comimos, teniendo un sabor parecido al espárrago blanco.

Las mujeres nos recibieron vestidas con ropas de vivos colores e incluso nos animaron a que probaramos su indumentaria, y nos saludaron en su idioma aymara.
Los uros constituyen una comunidad acuática alrededor de unas 20 islas, de dimensiones reducidas que albergan unas cuatro familias, con una economía de subsistencia basada en la pesca artesanal, la caza de aves y patos, la confección de tejidos y últimamente el turismo.

Cada isla la construyen entretejiendo varias capas de totora que se renuevan cada tres meses, echando totora fresca sobre la superficie, a medida que se van pudriendo las capas inferiores, de modo que la superficie siempre está mullida y seca. Para el transporte utilizan unas balsas hechas de la misma totora trenzada y la proa representa siempre un animal.

Tomamos de nuevo la lancha y después de dos horas de navegación desembarcamos en la isla Taquile, que con una superficie de 6 km² es la segunda isla más grande del lago Titicaca. Como el pueblo está en lo alto de una montaña, ascendemos por un camino serpenteando entre sus andenes o terrazas de cultivo, contemplando una bella panorámica del lago Titicaca y atravesando decorados arcos de piedra.

Los lugareños de Taquile son de origen quechua y mantienen costumbres y tradiciones incas ancestrales. Recordemos que el lago Titicaca era un lugar sagrado para la mitología inca, pues del fondo de sus aguas emergieron Manco Cápac y Mama Occllo, hijos de Inti, el Dios Sol, para construir el poderoso imperio inca.
La principal actividad en la isla es la agricultura y de sus terrazas de cultivo obtienen infinidad de variedades de papas. Pero sus habitantes destacan por su excelente artesanía textil, con laboriosas decoraciones simétricas de vivos colores y que ha sido reconocida por la UNESCO como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. Curiosamente son los hombres los que cosen.

Esta isla fue de las últimas tierras conquistadas por los españoles en el siglo XVI y finalmente pasó a la corte de Pedro Gonzales de Taquila. La vestimenta tradicional incaica fue prohibida, por lo que tuvieron que adoptar la vestimenta campesina que hasta el día de hoy usan, destacando entre los hombres el chullo o gorro de apretada lana. A través de los colores o el tamaño de la borla se puede conocer los distintos estatus sociales o estados civiles. La sociedad taquileña está basada en el trabajo comuniario y en el código moral Inca: "no robarás, no mentirás y no serás perezoso". Existen 16 líderes que cambian cada año y que se encargan de repartir el trabajo, las actividades y los ingresos económicos de la isla. Se organizan en base a las Leyes Antiguas heredadas de sus antepasados. Por ejemplo, los restaurantes turísticos todos tienen el mismo menú y precio.
No existen perros en toda la isla, ni carreteras, ni vehículos a motor y apenas animales de carga. Todo lo cargan ellos con sus propias fuerzas, aspecto que pudimos comprobar, pues desde el rústico muelle donde un barco había dejado mercadería, ésta era finalmente acarreada hasta la población.

Llegamos a la plaza principal de la isla después de atravesar un arco de piedra, allí nos encontramos una iglesia, un campanario, casitas estrechas, una tienda de artesanía local, dos restaurantes y sobre todo unas vistas hermosas y magníficas sobre el lago Titicaca.


Para finalizar la excursión, nos dirigimos a una casa familiar en donde nos ofrecieron un almuerzo con platos típicos de la gastronomía local, con una riquísima sopa de quinua y una excelente trucha del lago.

Nuestra visita a las islas de Uros y Taquile, supo a poco por el limitado tiempo que disfrutamos, sin embargo quedamos sumamente impresionados por el hecho de que estas comunidades sigan manteniendo una cultura viva y compleja, en la que se siguen respetando costumbres ancestrales y donde parece que el tiempo transcurre de una forma mucho más sosegada y lenta.

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