Nos encontramos en un emplazamiento majestuoso, en lo alto de un risco (2.430 msnm), entre las dos montañas Machu Picchu y Huayna Picchu, circundados por cadenas montañosas que presentan una barrera infranqueable y mirando hacia el abismo contemplamos el meandro del río sagrado Urubamba, 400 m por debajo de nuestros pies. Un escenario natural que a primera hora de la mañana y con niebla nos deja sin aliento por su belleza y que su estampa presidirá toda nuestra visita a este santuario por excelencia de la civilización inca.
Ubicado a 120 km al norte de Cuzco, el santuario inca de Machu Picchu (Montaña Vieja) fue construido bajo la dirección de Pachacútec, sobre una montaña de granito y es sobre todo una excepcional muestra de arquitectura integrada en el hermoso paisaje natural que la rodea. Tras su descubrimiento en 1911 por el explorador Hiram Bingham, hoy nos quedamos maravillados al contemplar los restos de sus templos y palacios, sus finas fuentes labradas sobre la piedra, sus altares y observatorios astronómicos, los lugares para el culto a sus muertos, . . .
Y nos seguimos preguntando, por su colosal técnica constructiva, su conocimiento sobre las fallas geológicas, su maestría en la ejecución de la obra, en el transporte, tallado y pulido de la roca y por supuesto en la función de Machu Picchu como fortaleza, refugio del Inca, área de retiro para las vírgenes del sol, o localización estratégica sobre las tierras conquistadas y también el por qué lo abandonaron los incas y fue devorado por la selva.
Intiwuatana o reloj solar |
Pozas líticas para observar los astros |
Por su configuración se supone que Machu Picchu contaba con dos grandes sectores: agrícola y urbano o ciudadela, ambos separados por un muro de unos 500 m. El sector agrícola rodea a la ciudadela, con terrazas de cultivo que de forma escalonada, recubren la superficie de las laderas del cerro siguiendo magistralmente sus curvas de nivel, otorgando esa integración paisajística que tanto nos conmueve por su armonía.
Se estima que en la ciudadela sólo vivían alrededor de unas 300 personas, distribuidas a los lados de una larga plaza. Los edificios se conectaban mediante estrechas callejas con pendiente o escalinatas y todo el sector urbano contaba con un muro de defensa y un ancho foso seco que rodeaba el conjunto.
Como la afluencia de los visitantes es notable, decidimos caminar hasta la Intipunku (Puerta del Sol) a 2.745 msnm, la entrada a Machu Picchu del Camino Inca, situada a una altura mayor que el Huayna Picchu.
El Intipunku es un importante recinto arqueológico, considerado un punto de defensa de la Ciudadela. Una hora subiendo con paciencia por un camino empedrado, nos permite relajarnos de la presión de los visitantes y emocionarnos de las impresionantes vistas que contemplamos y que jamás olvidaremos.
Nos resulta increíble que los Incas llegaran a este escarpado enclave, rodeados de una inmensa selva e imponentes montañas, y con su conocimiento y esfuerzo labraran esta excepcional muestra de arquitectura paisajística, una de las más extraordinarias del mundo. En resumen, una poesía del paisajismo, un himno a la naturaleza, una magia imposible de describir y compartir a través del lenguaje, de la imagen o del texto. !!!