
"Etosha" significa “el gran lugar blanco”, por el aspecto que adquiere el gran salar o depresión (Pan) que ocupa casi la mitad de su territorio, una gran planicie del color de la sal (en realidad carbonato) y que en época de lluvias puede llegar a cubrirse de agua.

Llego el momento de los esperados safaris, llenos de ilusión por captar las mejores escenas posibles de animales. Esperemos que la suerte nos acompañe. Tan sólo entrar en el parque, nos encontramos con el saludo de estas simpáticas jirafas, que con sus largos cuellos y su garbosos movimientos, embellecen el inmenso horizonte amarillo de la sabana africana.
Más adelante, nos aparecen una manada de facocheros o jabalíes verrugosos, mamíferos de cabeza grande y con presencia de verrugas en su cara.

También tuvimos ocasión de contemplar muchísimas y bellas cebras, reflexionando sobre las hipótesis del origen del patrón de sus rayas: confundir a sus depredadores, regular su temperatura, defenderse de los tábanos y las moscas chupadoras de sangre, . . .
Los springboks o gacelas saltarinas, son los animales más abundantes del parque, existiendo más de 20.000 ejemplares y aunque miden menos de un metro de altura efectúan unos saltos espectaculares de más de tres metros.
Las avestruces son las aves más grandes y pesadas que existen, hasta 180 Kg. Como pudimos observar corre bastante rápido, pero no vuela.
También tenemos la oportunidad de contemplar diferentes aves, como la garza,
la avutarda kori, el secretario, la gallina de guinea, el cálao, la carraca lila, ...
Nos sentíamos felices con la abundancia de animales que contemplábamos y en un momento del recorrido, nuestra guía nos anuncia que abriéramos bien los ojos, porque justo por donde estábamos pasando, la semana anterior habían encontrado leones. Todos ilusionados, atendemos el aviso, pero pocos metros después sentimos que el camión hacia ruidos raros y el motor perdía potencia. Sí, se había averiado en el lugar más inoportuno y nuestro chófer tenía que descender e intentar repararlo. Momento emocionante, pues en el parque está totalmente prohibido descender de los vehículos y empezaba a anochecer. Avisaron a los guardias de la incidencia y finalmente gracias a las habilidades de nuestro estimado chófer, pudimos proseguir la marcha hasta nuestro Lodge, ubicado en la Reserva Ongava, justo a la salida de la puerta sur de Etosha.
El momento memorable de contemplar al "rey de la selva", fue al día siguiente y precisamente lo encontramos cuando se estaba dando un apetitoso banquete, mientras los chacales y los cuervos esperaban su oportunidad.
Los chacales son depredadores omnívoros y carroñeros de talla mediana, que suelen tomarse como referente de la astucia. Estos son los llamados de lomo negro.
Las hienas, son felinos carnívoros pero con apariencia morfológica de canes y son muy conocidas porque espantan a leopardos o leones de sus presas muertas y también porque la mordedura de la hiena es la más fuerte entre los mamíferos.
Uno de los mejores momentos mágicos de nuestro viaje, lo vivimos en Etosha. Ante el asombro de nuestros ojos, un waterhole fue lentamente tomado por varias manadas de más de 50 elefantes, de todos los tamaños y edades. Al principio, observamos como marchaban todos los animales que en aquel momento estaban en la poza y por nuestra derecha aparecían los paquídermos en formación, tal como nos imaginamos cuando recordamos "la senda de los elefantes".
Pero al mismo tiempo también aparecían frontalmente y por nuestra izquierda. Al parecer habían sincronizado el momento de beber y tomar el baño en aquellas aguas.
Un espectáculo conmovedor de la naturaleza, que no olvidaremos nunca. !!!
Más tarde acudimos a los campamentos de Okaukuejo, Halali y Namutoni, que se encuentran en el interior de Etosha, donde descendimos del camión y caminamos hacia los miradores de sus respectivas pozas de agua. Allí encontramos kudus, impalas, cebras y jirafas calmando su sed.

Más tarde, subimos en un típico 4x4 sin puertas ni ventanas, para realizar un safari nocturno, en búsqueda de leones. Bien abrigados para combatir el frío de la noche, con los nervios en tensión, y algo de miedo por los riesgos que pudieramos correr en esa aventura nocturna, iniciamos el recorrido. El chófer, sin arma alguna, conducía con una mano en el volante y con la otra orientaba un faro de luz móvil, hacia todo aquello que se movía en la absoluta oscuridad de la noche. El primer animal que vimos fue un conejo, después jirafas y springboks, y finalmente aparecieron dos impresionantes leones rugiendo que pasaron por delante de nuestro 4x4, que nos dejaron sin habla y sin reaccionar para las fotografias. Afortunadamente de mi video, he podido extraer un fotograma.
Al día siguiente, empezamos la ruta en camión para despedirnos de Etosha, saliendo por la salida este del parque y llegar hasta la población de Tsumeb, donde teníamos el alojamiento.
Esa mañana, Etosha todavía nos deparó gratas sorpresas: rinocerontes negros que se alimentaban ramoneando las hojas de los arbustos y a lo lejos una pareja de guepardos, animales capaces de alcanzar velocidades de 100 km/h (el más veloz de la Tierra) y muy difíciles de observar. De hecho, fueron los únicos que contemplamos en nuestro viaje.
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