Partiendo de Sydney, teníamos previsto visitar Nueva Caledonia, Fiji y Vanuatu. Estas naciones junto Papúa Nueva Guinea, configuran el núcleo de la Melanesia moderna, compartiendo un pasado colonial común, a pesar de sus diferencias étnicas y lingüisticas. El término Melanesia, procede del griego: melas (negro) y nesos (islas) y alude al color de la piel de la población.

La llegada a la Melanesia, se inicia con nuestra primera escala en Nouméa, capital de Nueva Caledonia. Colonizada por Francia durante la primera mitad del siglo XIX, en la actualidad es una dependencia francesa que goza de un estatus especial de "Colectividad Sui Generis", otorgado por los acuerdos de 1998, después de un sangriento conflicto con el Front de Libération National Kanak Socialiste - FLNKS, liderado por Jean Marie Tjibaou, asesinado en 1989, y que demandaba la independencia del país. El estatus actual sitúa a Nueva Caledonia, entre un país independiente y un departamento de ultramar francés (como la Polinesia Francesa). Una singularidad del estatus, es por ejemplo, que sólo los ciudadanos de Nueva Caledonia tienen el derecho a votar en las elecciones locales, excluyendo a los ciudadanos franceses residentes. Pero por contra, los ciudadanos de Nueva Caledonia disfrutan de pasaportes franceses y participan con sus votos en las elecciones legislativas y presidenciales francesas.
El navegante y explorador británico James Cook fue el que bautizó a este archipiélago como Nueva Caledonia, evocando a la región de Escocia, que en latín se le conocía como Caledonia. Por contra, el término Kanaka deriva del hawaiano y significa "hombre" y los franceses lo utilizaron de forma despectiva con la población. Sin embargo, el movimiento independentista tomó ese término para su reinvidicación política y unificación cultural, siendo actualmente el más utilizado por la población.

El Noordam navega por aguas cristalinas con tonos esmeralda y turquesa, buscando el pasaje Boulari para atravesar el arrecife de coral y llegar al puerto de Nouméa. El famoso Faro de Amédée con sus 56 m de altura, uno de los mas altos del mundo y situado a 24 km de Nouméa, emite señales luminosas para marcar uno de los tres únicos pasajes naturales en el arrecife que rodea Nueva Caledonia. Fue el primer faro metálico construido en Francia (1862) y por mar transportado hasta su destino actual. Atracamos en el puerto industrial y somos recibidos por una banda local, que en el propio muelle interpretan danzas y música tradicional de Kanak!!!









También encontramos una interesante exposición de arte melanesio contemporáneo.





Salimos del Centro Cultural y nos disponemos a tomar el autobus de regreso a Nouméa. Nueva Caledonia nos está sorprendiendo, y observamos que los habitantes de su capital Nouméa, en gran medida disfrutan de la modernidad occidental, y encuentran productos franceses sofisticados en sus mercados, desde alta costura a pastelería de gourmet, como si se tratara de estar viviendo en la propia Riviera Francesa.

Pero ante todo, deberiamos resaltar la amabilidad con que nos han acogido, pues siempre han ayudado cuando solicitábamos algún tipo de orientación turística. No olvidaremos nunca, como en la misma parada del bus de regreso del Centro Cultural, entablamos una pequeña conversación con dos mujeres canacas y un bebé, y lo primero que hicieron es ofrecernos unas pastillas de chocolate, para después interesarse por nuestro origen.
Llegamos con el autobús al centro de Nouméa, cambiamos de línea y seguimos circulando por el paseo marítimo que circunda las bahias Moselle, des Citrons y L´Anse Vata, recorriendo unas magníficas playas de arena fina y con numerosos complejos hoteleros.




La jornada avanzaba y ya sólo restaba destinar la última parte de la misma, para descubrir el centro de la ciudad de Nouméa y muy concretamente su corazón, la Plaza de los Cocoteros.



Muy cerca de la Plaza de los Cocoteros se encuentra el Quartier Asiatique o barrio chino, con sus coloridas tiendas y de aperitivos asiáticos, que no deja de sorprenderte por lo que representa de cambio de escenario en el propio centro de Nouméa. La comunidad asiática es numerosa 3,5% de indonesios, 2,9 % vietnamitas y también algunos chinos que regentan la mayoría de comercios.
Una estatua recuerda a los trabajadores vietnamitas que llegaron al pais y trabajaron en las minas de níquel a finales del siglo XIX. Nueva Caledonia es el tercer productor mundial de níquel y se estima que posee el 25% de las reservas mundiales.

En la caminata iniciada para conocer el centro de Nouméa, nos quedaba visitar la Catedral de Saint Joseph. Se encuentra en una posición elevada, con un gran tramo de escaleras y la fachada tiene dos torres laterales con campanario y un gran rosetón. La Catedral se construyó entre 1887 y 1897, con trabajo de los convictos, como sede del Vicariato apostólico de Nueva Caledonia. En 1893 fue consagrada por el Vicario Apostolico de Fiji, monseñor Julián Vidal de la congregación de los Maristas. La Catedral estaba cerrada y no pudimos acceder a su interior, pero sí contemplamos en el lateral derecho, una estatua de Juana de Arco, heroína de la Guerra de los Cien Años y santificada por la iglesia católica.
Llegó el momento de dirigirnos a la terminal de cruceros para regresar al Noordam, pero antes realizamos un largo paseo en busca del puerto deportivo y el mercado de pescado, situado detrás de la marina.
Nos despedimos de Nouméa, una ciudad multicultural que se extiende en bahías interconectadas y bien comunicada con las islas próximas mediante ferrys, desde el Puerto Mosela.
A bordo del Noordam, navegamos por la laguna más extensa del planeta y el segundo arrecife de coral más grande, admirando lentamente la belleza que esconde estas lejanas tierras de la Melanesia.




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