Salvador de Bahía es una ciudad brasileña, conocida como la Capital Colonial, Capital de la Alegría o la Roma Negra, por ser la metrópoli con mayor porcentaje de negros localizada fuera de África. Hasta 1763, fue la capital de la Corona Portuguesa en las Américas y el principal puerto del hemisferios sur hasta el siglo XVIII. Es considerada la capital cultural del pais, su población blanca, negra, india y mestiza ha propiciado la explosión de numerosas manifestaciones culturales con una gran capacidad creativa, musical, religiosa y artística.
A nuestra llegada al puerto de Salvador de Bahía, decidimos tomar un taxi que nos llevara a los puntos más extremos de la ciudad y finalizara el recorrido en su centro histórico. A pesar de las advertencias que habíamos leido sobre la ciudad, no nos libramos de caer en "las manos" de un taxista "pirata", que si bien cumplió con parte de la ruta pactada, no tuvo ningún inconveniente en abandonarnos en cuanto percibió que se aproximaba un nuevo barco al puerto y en consecuencia nuevos clientes potenciales.
En primer lugar, nos dirigimos a la Basílica del Bonfim, no sin antes pasar "obligatoriamente" por la tienda de un artista de cerámica, amigo del taxista. La Iglesia está construida sobre una colina y posee la imagen del Señor del Bonfim, un crucifijo de ébano con adornos de plata. Quedamos muy impresionados al contemplar no sólo la multitud de personas que seguían el oficio religioso, sino también por la gran devoción que profesa el pueblo baiano a este santuario.
Luego, atravesamos la bulliciosa ciudad para llegar al Fuerte de San Antonio de Barra, primera fortaleza defensiva de Brasil, ubicado en la entrada norte de la Bahía de Todos los Santos, que con sus más de 1000 Km2 es la más extensa del pais. En el interior del fuerte, se encuentra el Farol de Barra.
De nuevo tomamos el taxi para dirigirnos al Pelourinho, donde el taxista decide abandonarnos. Este barrio está en el centro histórico y presenta una arquitectura colonial barroca portuguesa, y es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Su nombre proviene de las columnas de madera o picotas (pelourinhos), en las que se castigaba a los esclavos que desobedecían. Paseamos por sus calles pavimentadas y con notables cuestas, rodeados de un conjunto arquitectonico majestuoso de plazas, iglesias y palacios pero también con el colorido y alegría que proporcionaban las numerosas tiendas y sobre todo las manifestaciones artísticas de la cultura afrobrasileña. Un mundo que nos recordaba los escenarios de los romances que aparecen en las novelas de Jorge Amado.
Visitamos la Iglesia de San Francisco, máximo exponente del barroco brasileño, con un contraste impresionante entre la sencillez de su fachada exterior y un interior super-ostentoso y recargado lleno de ornamentos recubiertos con pan de oro. Por eso es conocida como la "iglesia de oro". En el hermoso claustro del convento, construido por los frailes franciscanos, encontramos unos azulejos portugueses que ilustran la leyenda de San Francisco y su renuncia a los bienes materiales.
Continuamos el paseo por el Pelourinho y al asomarnos a la céntrica y popular Plaza Largo Terreiro de Jesús, denominada así por la presencia de la orden jesuita, observamos que existen nada menos que tres espectaculares iglesias: la Catedral Basilica, la de San Pedro de los Clérigos y la de Santo Domingo.
La Catedral Basílica, sede del cardenal primado de Brasil, fue construida por los jesuitas y es de estilo barroco y rococó.
La Iglesia de San Pedro de los Clérigos:
La Iglesia de la Orden Tercera de Santo Domingo posee una fachada en estilo rococó y en su Capilla Mayor dispone de unos azulejos con retratos de Santo Domingo.
Esta plaza es un lugar de encuentro cultural de la ciudad y aquí se concentran numerosas actividades artísticas, musicales, de folklore, capoeiras, afoxé, Folia de Reis, Maculelé y
Samba de Rueda y siempre bajo la presencia permanente de vendedores ambulantes. Debido al calor y al cansancio, decidimos hacer una pausa en nuestro recorrido y probamos una bandeja de excelentes camarones acompañados de una buena cerveza.
Seguimos el paseo y nos dirigimos a la Plaza da Sé y a la Plaza Municipal, donde se encuentra el ascensor Lacerda que comunica el centro histórico con el Mercado Modelo, situado muy próximo al puerto. Desde lo alto de la Plaza Municipal se obtiene una hermosa vista de la bahía.
El Mercado Modelo, con más de 250 tiendas es el mayor centro de artesanía de todo Brasil, y presenta una extensa muestra de la artesanía local: piezas elaboradas sobre paja, fibra de coco, cuero, cerámica, madera, conchas de mar, semillas, latón, bronce, plata, oro, piedras semipreciosas y preciosas, instrumentos musicales, etc. Una gran variedad de artículos y souvenirs, que reflejan la gran creatividad de los baianos. Está ubicado en la zona portuaria y en sus sótanos en condiciones asfixiantes e inundables por el mar, se "almacenaban" a los esclavos pendientes de ser subastados.
Partimos de Salvador de Bahía, con la honda impresión de habernos cautivado la increíble cultura de la ciudad más antigua de Brasil, totalmente influenciada por los orígenes europeo y africano de su población, y con un entorno de playas y bahías maravillosas. Una tierra alegre, de gran belleza, rica en recursos y con intelectuales y artistas mundialmente reconocidos.