Este Parque Nacional se ubica a 112 km al norte de Puerto Natales, en la Región de Magallanes y de la Antártica Chilena. Limita al norte con el Parque Nacional Los Glaciares, en Argentina. Presenta una gran variedad de entornos naturales: montañas (destacan Cerro Paine, las Torres del Paine y los Cuernos del Paine), valles, ríos (Paine), lagos (Grey, Pehoé, Nordenskjöld y Sarmiento), glaciares (Grey, Pingo, Tyndall y Geikie).
Teníamos reservada nuestra estancia en el Hostal Grey, pero días antes de nuestra llegada a Argentina, un gran incendio provocado por una imprudencia humana, nos obligó a cancelarla. Sin embargo, cuando ya estábamos en El Calafate no dudamos de aprovechar la oportunidad que nos brindaba la agencia Always Glaciers, de realizar un tour de un día al P.N. Torres del Paine: 4 horas de ida y 4 de vuelta, en el mismo día.
Para afrontar este largo recorrido, madrugamos mucho y después de recoger en diferentes hoteles a los integrantes del grupo, el autobús se dirigió a la mítica ruta 40, que con sus 5.000 km atraviesa Sudamérica de norte a sur. El paisaje patagónico que contemplamos es vasto, desnudo y yermo. Más adelante, nos aparece la cordillera de los Andes en la lejanía. Llegamos al paso fronterizo de Cancha Carrera y nos sometemos a los trámites fronterizos, sumamente lentos si tenemos en cuenta que somos los únicos viajeros y que en las pantallas de sus ordenadores "lucen" las cartas de póker, de la última partida jugada para matar el tiempo. Entramos en Chile y en el cercano poblado de Cerro Castillo, tomamos un café y cambiamos dólares por pesos chilenos, pues la entrada al Parque Nacional debemos abonarla en moneda local.
Seguimos una hora y media más, por caminos de ripio, observando algunas manadas de guanacos y llegamos a la entrada del Parque. Efectuamos el pago de la entrada y nos dirigimos al Lago Sarmiento. Este lago nombrado así, en honor del gran explorador español Pedro Sarmiento de Gamboa, tiene 22 km y es el más grande del Parque. Quedamos impresionados por el color azul de sus aguas y la magnificencia de la cordillera Paine, así como de las cimas de las Torres.
Ahora nos dirigimos a la laguna Amarga, en donde el viento patagónico sopla con mucha fuerza.
La vida silvestre nos acompaña en nuestro recorrido por el Parque: guanacos, ñandúes, cóndores, carneros, etc.
El viento patagónico sigue golpeando con fuerza y dificultando cualquier paseo que intentemos por este hermoso paisaje. Nos acercamos al Lago Nordenskjold, bautizado así en honor al explorador sueco que descubrió el paso del Nordeste, que une el Ártico con el Pacífico a través del estrecho de Bering.
Espectacular paisaje del Cerro Paine Grande, Cuernos y Lago Nordenskjold.
Seguimos serpentenado por el camino de ripio y llegamos a la ribera del río Paine, para contemplar el Salto Gtande.
El amable guía chileno que nos acompaña, nos ha reservado una vista espectacular del Lago Pehoé, como final de nuestro recorrido por el Parque, de modo que guardemos para siempre en nuestra memoria, una imagen del esplendor y de la belleza de la naturaleza en estas latitudes.
Salimos del Parque y nos dirigimos hacia El Calafate, deshaciendo el recorrido que habíamos hecho por la mañana. Pero justo cuando aparece el ocaso del sol, nuestro autobús sufre una avería en el radiador, que nos deja abandonados en medio de un paraje patagónico totalmente desolador, pero al levantar nuestra mirada al cielo, se nos muestra la naturaleza de nuevo con todo su esplendor.
Un nuevo autobús nos recoge y regresamos a El Calafate con una enorme satisfacción por haber vivido un día pleno de emociones.
Teníamos reservada nuestra estancia en el Hostal Grey, pero días antes de nuestra llegada a Argentina, un gran incendio provocado por una imprudencia humana, nos obligó a cancelarla. Sin embargo, cuando ya estábamos en El Calafate no dudamos de aprovechar la oportunidad que nos brindaba la agencia Always Glaciers, de realizar un tour de un día al P.N. Torres del Paine: 4 horas de ida y 4 de vuelta, en el mismo día.
Para afrontar este largo recorrido, madrugamos mucho y después de recoger en diferentes hoteles a los integrantes del grupo, el autobús se dirigió a la mítica ruta 40, que con sus 5.000 km atraviesa Sudamérica de norte a sur. El paisaje patagónico que contemplamos es vasto, desnudo y yermo. Más adelante, nos aparece la cordillera de los Andes en la lejanía. Llegamos al paso fronterizo de Cancha Carrera y nos sometemos a los trámites fronterizos, sumamente lentos si tenemos en cuenta que somos los únicos viajeros y que en las pantallas de sus ordenadores "lucen" las cartas de póker, de la última partida jugada para matar el tiempo. Entramos en Chile y en el cercano poblado de Cerro Castillo, tomamos un café y cambiamos dólares por pesos chilenos, pues la entrada al Parque Nacional debemos abonarla en moneda local.
Seguimos una hora y media más, por caminos de ripio, observando algunas manadas de guanacos y llegamos a la entrada del Parque. Efectuamos el pago de la entrada y nos dirigimos al Lago Sarmiento. Este lago nombrado así, en honor del gran explorador español Pedro Sarmiento de Gamboa, tiene 22 km y es el más grande del Parque. Quedamos impresionados por el color azul de sus aguas y la magnificencia de la cordillera Paine, así como de las cimas de las Torres.
Ahora nos dirigimos a la laguna Amarga, en donde el viento patagónico sopla con mucha fuerza.
La vida silvestre nos acompaña en nuestro recorrido por el Parque: guanacos, ñandúes, cóndores, carneros, etc.
El viento patagónico sigue golpeando con fuerza y dificultando cualquier paseo que intentemos por este hermoso paisaje. Nos acercamos al Lago Nordenskjold, bautizado así en honor al explorador sueco que descubrió el paso del Nordeste, que une el Ártico con el Pacífico a través del estrecho de Bering.
Espectacular paisaje del Cerro Paine Grande, Cuernos y Lago Nordenskjold.
Seguimos serpentenado por el camino de ripio y llegamos a la ribera del río Paine, para contemplar el Salto Gtande.
El amable guía chileno que nos acompaña, nos ha reservado una vista espectacular del Lago Pehoé, como final de nuestro recorrido por el Parque, de modo que guardemos para siempre en nuestra memoria, una imagen del esplendor y de la belleza de la naturaleza en estas latitudes.
Salimos del Parque y nos dirigimos hacia El Calafate, deshaciendo el recorrido que habíamos hecho por la mañana. Pero justo cuando aparece el ocaso del sol, nuestro autobús sufre una avería en el radiador, que nos deja abandonados en medio de un paraje patagónico totalmente desolador, pero al levantar nuestra mirada al cielo, se nos muestra la naturaleza de nuevo con todo su esplendor.
Un nuevo autobús nos recoge y regresamos a El Calafate con una enorme satisfacción por haber vivido un día pleno de emociones.
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