miércoles, 1 de febrero de 2017

Nouméa

Nuestro eterno sueño de conocer las Islas del Pacífico Sur, empezaba a ser una realidad cercana. Recuerdo en mi infancia y juventud, como me cautivaban los relatos sobre estas islas, ficciones imperecederas que nacieron en sus aguas y que llevaron a grandes novelistas como Robert Louis Stevenson, a escribir obras de aventuras como "La isla del Tesoro" (1883). Y ahora por fin, tendría la oportunidad de moverme en ese "escenario" soñado y que tanto propició la creación de esas grandes crónicas de viaje, llenas de aventuras. 
Partiendo de Sydney, teníamos previsto visitar Nueva Caledonia, Fiji y Vanuatu. Estas naciones junto Papúa Nueva Guinea, configuran el núcleo de la Melanesia moderna, compartiendo un pasado colonial común, a pesar de sus diferencias étnicas y lingüisticas. El término Melanesia, procede del griego: melas (negro) y nesos (islas) y alude al color de la piel de la población.

La llegada a la Melanesia, se inicia con nuestra primera escala en Nouméa, capital de Nueva Caledonia. Colonizada por Francia durante la primera mitad del siglo XIX, en la actualidad es una dependencia francesa que goza de un estatus especial de "Colectividad Sui Generis", otorgado por los acuerdos de 1998, después de un sangriento conflicto con el Front de Libération National Kanak Socialiste - FLNKS, liderado por Jean Marie Tjibaou, asesinado en 1989, y que demandaba la independencia del país. El estatus actual sitúa a Nueva Caledonia, entre un país independiente y un departamento de ultramar francés (como la Polinesia Francesa). Una singularidad del estatus, es por ejemplo, que sólo los ciudadanos de Nueva Caledonia tienen el derecho a votar en las elecciones locales, excluyendo a los ciudadanos franceses residentes. Pero por contra, los ciudadanos de Nueva Caledonia disfrutan de pasaportes franceses y participan con sus votos en las elecciones legislativas y presidenciales francesas.
El navegante y explorador británico James Cook fue el que bautizó a este archipiélago como Nueva Caledonia, evocando a la región de Escocia, que en latín se le conocía como Caledonia. Por contra, el término Kanaka deriva del hawaiano y significa "hombre" y los franceses lo utilizaron de forma despectiva con la población. Sin embargo, el movimiento independentista tomó ese término para su reinvidicación política y unificación cultural, siendo actualmente el más utilizado por la población.
Pero llegar navegando hasta la capital Nouméa, ubicada en la isla de Grande Terre, no es sencillo pues hay que atravesar el arrecife de coral de Nueva Caledonia, el segundo del mundo en longitud, después de la Gran Barrera de Coral de Australia. El arrecife encierra una laguna de 24.000 km2, la más grande del mundo, con una profundidad de 25 m, situada a 30 km de la costa y además rodea toda la isla. La laguna ha sido designada Patrimonio de la Humanidad.
El Noordam navega por aguas cristalinas con tonos esmeralda y turquesa, buscando el pasaje Boulari para atravesar el arrecife de coral y llegar al puerto de Nouméa. El famoso Faro de Amédée con sus 56 m de altura, uno de los mas altos del mundo y situado a 24 km de Nouméa, emite señales luminosas para marcar uno de los tres únicos pasajes naturales en el arrecife que rodea Nueva Caledonia. Fue el primer faro metálico construido en Francia (1862) y por mar transportado hasta su destino actual.
Atracamos en el puerto industrial y somos recibidos por una banda local, que en el propio muelle interpretan danzas y música tradicional de Kanak!!! 

Desembarcamos y un transporte gratuito, nos deja en cinco minutos en la terminal de cruceros más pequeña del centro de la ciudad y a dos manzanas de la Plaza de los Cocoteros. Hay música en vivo, mercado de artesanía y sobre todo operadores turísticos que ofrecen sus visitas. Después de valorar diferentes propuestas, decidimos acercarnos a la Plaza de los Cocoteros y desde allí, tomar una línea pública de autobús que nos lleve al Centro Cultural Tjibaou. En la oficina de información nos venden los billetes y como no tenemos moneda local, nos dan las máximas facilidades para pagar con tarjeta de crédito. Viajamos hasta el centro cultural, pasando en el camino por las hermosas bahías de Nouméa: Lemon Bay, Anse Vata Beach y Promenade Vernier.El Centro Cultural Jean Marie Tjibaou, es obra del famoso arquitecto italiano Renzo Piano, ganador del Premio Pritzker y autor, entre otras obras, del Centro Georges Pompidou. Este centro cultural lleva el nombre del famoso líder canaca que fue asesinado en 1989, durante el violento conflicto por la independencia del país. Es a la vez un símbolo de reconciliación y de abertura, un lugar único en donde la cultura melanesia se admira, se crea, se vive y sobretodo se comparte, rindiendo un homenaje a una cultura desde el respeto a su historia y tradiciones.




El complejo cultural consta de diez "cabañas", todas ellas de diferente tamaño y función, construidas con gran respeto al entorno natural, y está situado sobre las bahías de Tina, dentro de una reserva natural y a lo largo de una costa rodeada de lagunas y manglares, en un emplazamiento de gran belleza. Se trata de un verdadero poblado que cuenta con sus propios caminos, vegetación y espacios públicos. Las cabañas tienen una estructura con forma de peineta, evocadora de la artesanía canaca, y están construidas con madera de iroko, en combinación con materiales sobrios y discretos como el acero, el vidrio o el corcho, que otorgan simplicidad a sus interiores. Como el clima es muy húmedo, se aprovecha la topografía del terreno, la vegetación y la brisa de la laguna para crear corrientes ascendentes de aire, que posteriormente son disipadas en la parte más elevada del edificio. La visita resulta muy agradable, pues se inicia con un paseo por un sendero canaca, en el maravilloso entorno natural que rodea el centro cultural y con unas bonitas vistas al oceáno.

Luego nos introducimos en las "cabañas" del centro principal en donde encontramos una exhibición de disfraces y máscaras rituales, tótems y esculturas, todo de una calidad excepcional.


También encontramos una interesante exposición de arte melanesio contemporáneo.
Finalizamos la visita, admirando las tres cabañas tradicionales de la Melanesia que se pueden visitar, junto con muestras de máscaras, esculturas y trajes rituales. A resaltar los típicos pináculos de madera tallada que coronan las viviendas canacas y que incluso han llevado como símbolo, a la bandera co-oficial de Nueva Caledonia, que suele ondear junto a la de Francia.


Salimos del Centro Cultural y nos disponemos a tomar el autobus de regreso a Nouméa. Nueva Caledonia nos está sorprendiendo, y observamos que los habitantes de su capital Nouméa, en gran medida disfrutan de la modernidad occidental, y encuentran productos franceses sofisticados en sus mercados, desde alta costura a pastelería de gourmet, como si se tratara de estar viviendo en la propia Riviera Francesa.

Pero ante todo, deberiamos resaltar la amabilidad con que nos han acogido, pues siempre han ayudado cuando solicitábamos algún tipo de orientación turística. No olvidaremos nunca, como en la misma parada del bus de regreso del Centro Cultural, entablamos una pequeña conversación con dos mujeres canacas y un bebé, y lo primero que hicieron es ofrecernos unas pastillas de chocolate, para después interesarse por nuestro origen.
Llegamos con el autobús al centro de Nouméa, cambiamos de línea y seguimos circulando por el paseo marítimo que circunda las bahias Moselle, des Citrons y L´Anse Vata, recorriendo unas magníficas playas de arena fina y con numerosos complejos hoteleros.
Descendemos del autobus y nos proponemos llegar al Parque Ouen Toro, situado en lo alto del mirador de Anse du Fort. En un parking, preguntamos a una mujer por donde acceder al mirador y de inmediato nos responde que ella misma nos lleva en coche. !!! Expresamente sube al mirador para dejarnos y por el camino, nos indica que para bajar procedamos de la misma manera solicitando autostop. Y así lo hicimos, una experiencia que confirma la amabilidad con que nos trataron en Nueva Caledonia.!!
Desde la cima de la colina, se disfruta de unas vistas panorámicas increíbles de la laguna de Nouméa y del arrecife de coral que rodea la isla de Grand Terre. También existen unos cañones de la Segunda Guerra Mundial, instalados por el ejército estadounidense, dado que ese enclave fue utilizado como uno de los puestos avanzados, para rechazar un eventual ataque de los japoneses.



La jornada avanzaba y ya sólo restaba destinar la última parte de la misma, para descubrir el centro de la ciudad de Nouméa y muy concretamente su corazón, la Plaza de los Cocoteros.
La Plaza de los Cocoteros fue primero un jardín, luego se comenzaron a construir diversas plazas sobre él, se crearon parques y se plantaron cocoteros del Pacífico Sur. También dispone de un kiosco de música restaurado en 1986, de un tablero de ajedrez gigante y de una Fuente Celeste construida en 1894. La Plaza de los Cocoteros es el lugar ideal para todos los eventos festivos y observar el gran mestizaje de la población: blancos neocaledonios, melanesios (canacos), asiáticos (chinos, hindues, vietnamitas, etc.) y polinesios.


Muy cerca de la Plaza de los Cocoteros se encuentra el Quartier Asiatique o barrio chino, con sus coloridas tiendas y de aperitivos asiáticos, que no deja de sorprenderte por lo que representa de cambio de escenario en el propio centro de Nouméa. La comunidad asiática es numerosa 3,5% de indonesios, 2,9 % vietnamitas y también algunos chinos que regentan la mayoría de comercios.

Una estatua recuerda a los trabajadores vietnamitas que llegaron al pais y trabajaron en las minas de níquel a finales del siglo XIX. Nueva Caledonia es el tercer productor mundial de níquel y se estima que posee el 25% de las reservas mundiales.

En la caminata iniciada para conocer el centro de Nouméa, nos quedaba visitar la Catedral de Saint Joseph. Se encuentra en una posición elevada, con un gran tramo de escaleras y la fachada tiene dos torres laterales con campanario y un gran rosetón. La Catedral se construyó entre 1887 y 1897, con trabajo de los convictos, como sede del Vicariato apostólico de Nueva Caledonia. En 1893 fue consagrada por el Vicario Apostolico de Fiji, monseñor Julián Vidal de la congregación de los Maristas. La Catedral estaba cerrada y no pudimos acceder a su interior, pero sí contemplamos en el lateral derecho, una estatua de Juana de Arco, heroína de la Guerra de los Cien Años y santificada por la iglesia católica. 
Llegó el momento de dirigirnos a la terminal de cruceros para regresar al Noordam, pero antes realizamos un largo paseo en busca del puerto deportivo y el mercado de pescado, situado detrás de la marina.
Nos despedimos de Nouméa, una ciudad multicultural que se extiende en bahías interconectadas y bien comunicada con las islas próximas mediante ferrys, desde el Puerto Mosela.

A bordo del Noordam, navegamos por la laguna más extensa del planeta y el segundo arrecife de coral más grande, admirando lentamente la belleza que esconde estas lejanas tierras de la Melanesia.



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