Reunión, situada a unos 800 km al este de Madagascar, tiene un tamaño similar a la Isla de Tenerife y se formó hace más de 3 millones de años, debido a las erupciones de un volcán submarino. Comparte por su origen y su geología, muchas semejanzas con la Isla de Kauai (Hawai) que ya conocemos y que nos dejó en su día una huella imborrable.
La isla está formada por dos macizos montañosos volcánicos. El más antiguo, el Piton des Neiges (3.071 m), es el volcán ya extinguido que dio origen a la isla y el pico más alto de todo el Océano Índico. El otro es el Piton de la Fournaise (2.632 m), uno de los volcanes más activos del mundo, con erupciones casi todos los años (2007, 2010, 2015). Alrededor del Piton des Neiges, y debido a derrumbamientos por la erosión de las lluvias, se han creado tres circos volcánicos: Mafate, el más inaccesible; Cilaos el más espectacular y montañoso; y Salazie el más verde y salvaje.
A lo largo de su historia, la isla ha tenido tantos nombres como conquistadores. Se llamó Al Maghribain, Theemai Theevu, Dina Morgabin, Santa Apolônia, Île Bourbon, Bonaparte y finalmente Reunión, en honor a la unión de los revolucionarios de Marsella con la Guardia Nacional en el asalto a las Tullerías de París, en 1792. Desde 1946 es un departamento francés y un pedazo de Europa en pleno Océano Índico, donde viven unos 750.000 habitantes, con un modelo ejemplar de integración cultural y tolerancia religiosa, con mezquitas, iglesias, pagodas y templos tamiles.
Estuvimos en abril del 2016, finalizando la época lluviosa, pero nos vimos sorprendidos por los efectos colaterales del ciclón Fantala, que ha pasado a la historia como el ciclón más potente registrado en el Índico, con velocidades de hasta 280 km/h. A pesar de ello, tuvimos la suerte de cumplir todos nuestros objetivos. Procedentes de París llegamos al Aeropuerto de Roland Garros e inmediatamente recogemos nuestro coche de alquiler, un Dacia Duster, con el que viajaremos los próximos doce días. Para estructurar nuestro viaje por la isla, escogimos tres únicos alojamientos: Oeste (Le Salines les Bains), Sur (Le Tampon) y Este (Saint André).
A la capital Saint Denis, le dedicamos un largo paseo por su casco histórico y por la Rue de París desde el Jardín de l’État (jardín botánico), admirando magníficas mansiones criollas, con sus originales lambrequines, amplias barandas y cuidados jardines.
Al llegar al malecón, le Barachois, lugar histórico en donde se encuentra una hilera de cañones antiguos enfrentados al Índico, decidimos probar por primera vez la comida criolla, y nos sentarnos en la terraza de un kiosco, para degustar los populares “bonbons piments y samosas” acompañados de la cerveza local Dodo. Los bonbons piments son una especie de croquetas elaboradas con garbanzos y alubias blancas del Cabo y sazonadas con guindilla, cilantro y cúrcuma. Muy similares al falafel del subcontinente indio.
Tour en Helicóptero: un espectáculo aéreo increíble
Queríamos que nuestro primer contacto general con la Isla de Reunión fuera desde el aire, de forma que nos permitiera descubrir aquellos lugares más inaccesibles en previsión de que en los siguientes días no pudiéramos alcanzarlos por vía terrestre, debido a las condiciones climatológicas, de tiempo o de accesibilidad. Un transfer nos trasladó desde el hotel hasta el helipuerto situado en Saint Gilles, pero estuvimos inquietos hasta el último momento, por si la meteorología nos impedía parcial o totalmente realizar nuestro tour en helicóptero. Al llegar (7 am), nos confirmaron que el tiempo era excelente y que volaríamos a los tres circos (Mafate, Cilaos, y Salazie), Le Trou de Fer (un trío de cascadas) y el gran volcán.En unos minutos estábamos en el aire y empezó un auténtico espectáculo al contemplar las maravillas geológicas y paisajísticas que atesora esta hermosa isla: atravesamos tupidos cañones y profundos desfiladeros, sobrevolamos macizos montañosos con cortantes y afilados picos, bosques tropicales y alpinos, frondosos y verdes valles, y penetramos en Le Trou de Fer, un paraje insólito rodeado de vertiginosas cascadas de agua entre cuatro paredes verdes. Completamos el espectáculo aéreo sobrevolando el volcán Le Piton de la Founaise y el gran cráter Dolomieu, paisajes propios de otro planeta y finalizamos descubriendo los arrecifes de coral de la costa oeste de la isla.
Trou de Fer |
Y todo ese imponente espectáculo, que nos recordó un caleidoscopio de
paisajes imposibles, en sólo unos 45 minutos de vuelo, con momentos increíbles,
de esos que dejan sin aliento. Una diversidad natural y salvaje más propia
de un continente que de una isla en pleno Océano Índico. Anteriormente habíamos
realizado vuelos en helicóptero en Nueva York, Alaska, Kauai y Cataratas
Victoria, pero debemos reconocer que, junto con el vuelo de Kauai, esta
experiencia ha sido de las mejores.
El Oeste y los circos de Mafate y Cilaos
La Saline les Bains
Nuestro alojamiento estaba ubicado en primera línea de mar, con una playa de arena blanca y protegida por la barrera de coral, por lo que le denominan Le Lagon. Sin embargo, el baño estuvo perturbado por la fuerza del viento y los trozos de coral que sobresalían sobre la arena.
JM Castillo |
Cascada Cormorán
Muy cerca del barranco de Saint Gilles, se accede a este hermoso oasis de vegetación y agua, a través de un sendero de 1 km de longitud no señalizado, pero muy popular. Se trata del estanque del Cormorán, una piscina natural excavada al pie de las cascadas en donde uno se puede bañar.
Cabo la Houssaye
Marcando el límite sur de la bahía de Saint Paul, se encuentran estos acantilados de basalto intercalados con barrancos que mueren en el mar y en la época adecuada se pueden observar como las ballenas se aproximan a la costa.
Boucant Canot
Después de visitar los acantilados llegamos hasta esta hermosa playa, a 4 km de Saint Paul. Dispone de los hoteles más lujosos de la isla, pero en la actualidad está prohibido el baño, así que nos quedamos en una agradable terraza bajo la sombra de las casuarinas, degustando la comida y contemplando la belleza del lugar.Mercado de Saint Paul
Visitamos en el propio paseo marítimo, entre cocoteros y casuarinas, el famoso mercado de Saint Paul. Un encuentro multicultural, donde predominan fuertes aromas a vainilla Bourbon, cúrcuma, ron y frutas exóticas. Abundaban frutas como mangos, piñas Victoria, langani (lichis), carambola, lima kaffir, pitaya, melón amargo, etc. Así como verduras exóticas, hierbas y especias misteriosas, y artesanía malgache. Nos aprovisionamos de bonbons piments, samousas y de dulces piñas Victoria, para nuestro próximo picnic.
Saint Paul tiene la mejor bahía de la isla y fue donde comenzó el asentamiento de población. Como respuesta a un motín, se abandonaron una docena de esclavos en la isla, y después de algunas décadas los franceses comprobaron que habían sobrevivido con un excelente estado de salud, así que decidieron establecer una colonia. En el cementerio de Saint Paul, se encuentra la tumba de Olivier Le Vasseur, "La Buse" (el Halcón), el pirata más famoso del Índico, cuyo tesoro todavía hoy se busca activamente.
Circo de Mafate
Es conocido como la tierra de los hombres libres, porque sirvieron de refugio a los esclavos que huían de las plantaciones. Hoy en día sigue habitado a pesar de la inexistencia de carreteras y gracias a las ayudas del gobierno y del abastecimiento vía helicóptero. Sigue siendo uno de los lugares más remotos del planeta y eso que seguimos estando en Europa. El único modo de acceder a esas aldeas es andando, por lo que es un paraíso para los senderistas. En Reunión, es legendario el antiguo cartero de Mafate, Angelo Thiburce, que ascendía semanalmente estas cumbres en sandalias y al retirarse en 2003 se calcula que recorrió una distancia equivalente a dar 4,5 veces la vuelta al mundo.Para contemplar el circo de Mafate, nos dirigimos al Piton Maido (2203 m) a primera hora de la mañana, porque las nubes se mueven antes del mediodía. El nombre de Maido procede del malgache 'tierra quemada', por la apariencia quemada del bosque de matorral a esta altitud. El recorrido desde el nivel del mar es fascinante, pues se atraviesan diversos tipos de paisaje a medida que se va ganando altitud: campos de caña de azúcar, café, cultivos de plantas de geranio y vetiver, bosques, arbustos, retamas y hierbas.
Aparcamos el coche, comprobamos que teníamos las nubes por debajo nuestro formando un inmenso “algodón de azúcar” y nos acercamos al mirador, conocido popularmente como “la muralla” con más de 1000 m de altura y con una pared casi vertical y ante nuestros ojos se abrió un paisaje espectacular abarcando todo el circo, que nos deja sin aliento, y que se formó por el hundimiento del viejo macizo volcánico del Piton des Nieges. El movimiento de las nubes era muy rápido, y cuando lo permitían pudimos contemplar las aldeas de Marla, Trois Roches, Roche Plata y La Nouvelle, que se encuentran situadas sobre singulares mesetas.
Ruta Forestal de los Tamarindos
Al regresar del Piton de Maido, tomamos la ruta de los Tamarindos, un camino forestal impresionante que nos lleva hasta Tévelave, adentrándonos en un bosque encantador de exuberante vegetación y con líquenes gigantes (barbas de San Antonio) colgando de los árboles que junto a la niebla existente acaban creando una atmósfera intrigante. Este bosque se le considera primario porque sería idéntico al que se encontraron los primeros pobladores de la isla. En uno de los numerosos quioscos que hay en el camino, decidimos tomar nuestro picnic a semejanza de los lugareños.
Saint Leu - Pointe au Sel
Nuestra intensa jornada finalizó en Saint Leu, junto al Pointe au Sel. Una zona declarada “protegida” del litoral, en donde no se permite el baño y donde tuvimos la oportunidad de contemplar la inmensa fuerza de las olas del mar que azotaban la costa de acantilados y rocas volcánicas. Justo allí en 1942 se crearon unas salinas y posteriormente un Museo de la Sal.
Bosque de les Makes y la Fenêtre
Si el Piton de Maido, es el mejor punto de observación del circo de Mafate, la Fenêtre de les Makes (1000 m) tiene el mismo significado sobre el circo de Cilaos. Desde Saint Louis, un hermoso recorrido atravesando densos campos de plataneros y de caña de azúcar, nos conduce al bosque de les Makes, y finalmente llegamos hasta la Fenêtre (1587 m). El tiempo no acompañó y las nubes de forma permanente nos impedían la visión del circo. Así que nuestra atención se centró más en apreciar la exuberante vegetación que nos rodeaba.
Trou du Souffleur
De nuevo descendemos a la costa oeste y entre Saint Leu y l’Étang Sale, accedemos a un souffleur para descubrir el espectáculo que ofrece la fuerza de las olas del mar, cuando penetra entre las cavidades de las rocas negras volcánicas y acaba expulsando un fuerte chorro de agua en forma de aerosol a distancias de varios metros.
El Sur, el Circo de Cilaos y el Piton de la Fournaise
Cambiamos de alojamiento y nos situamos en Le Tampon, con facilidad de acceso al sur de la isla, al circo de Cilaos y al Piton de la Fournaise. Iniciamos nuestro recorrido por el litoral del sudoeste al sudeste, desde Saint Pierre a Sainte Rose, donde encontraremos numerosos atractivos.
Manapany les Bains
Bonita bahía que mantiene su encanto natural y paisajístico, a pesar de que la playa está cubierta de rocas volcánicas y no se puede nadar por la presencia de tiburones, según indican los carteles informativos. Sólo se permite el baño en una pequeña piscina natural situada a la izquierda.
Playa Gran Anse
Bellísima playa coralina, a 10 km al sur de Saint Pierre, con un entorno de palmerales bien conservado y donde el verde de la hierba alcanza la arena blanca y el mar presenta aguas de color azul turquesa. Sin embargo, no podemos bañarnos porque las corrientes marinas son muy fuertes y hay muchos tiburones. Numerosas placas que constan en las rocas próximas, recuerdan a las personas que aquí han pedido su vida.
Cascada Grand Galet (Langevin)
Ascendiendo por la carretera que discurre paralela al río Langevin, entre grandes lichis y aguacates, se alcanza la espectacular cascada del Grand Galet. Está lloviendo y en una de las últimas curvas del recorrido, las ruedas de nuestro Dacia empiezan a hacer el peligroso fenómeno del aquaplaning, perdiendo contacto con la calzada debido a la cantidad de agua que descendía, al presentar la curva una pendiente de más del 10%. A pesar de nuestros esfuerzos, incluso cambiando de conductor, tuvimos que renunciar ese día y regresar en otra ocasión. Otro día, con más suerte alcanzamos nuestro objetivo y disfrutamos, a pesar también de la lluvia, de la fascinante belleza de estos saltos de agua en un entorno donde sólo el sonido del agua perturbaba el silencio reinante. Por cierto, un lugar considerado excelente para practicar el barranquismo.
Cabo Méchant o Malvado
Impresionante espectáculo el que nos brinda el Océano Índico, al azotar con la imponente fuerza de sus aguas los acantilados de roca negra de unos quince metros de altura, y que tienen su origen en los flujos de lava. En este lugar, verificamos la advertencia que habíamos leído en algún diario: la atracción turística que aporta una señora que persigue a todo turista soltándole una diatriba sobre el diablo y que nos va a llevar con él. Lo bueno es que, aunque le digas que no entiendes el francés, ella insiste y comienza de nuevo con el mismo sermón.
Souffleur d'Arbonne
Bonito espectáculo de la naturaleza, que se produce cuando las olas del mar se adentran con fuerza en la cavidad rocosa de lava cordada y es expulsada con un estruendo impresionante semejante a los que producen los géiseres.
Le Grand Brûlé
Le Grand Brûlé o “gran quemadura” es una amplia zona (8x13 km) de lava petrificada en tonos negro y plata, conformada por las numerosas deyecciones volcánicas del Piton de la Fournaise, que en su lado sur han sustituido a los bosques existentes por un desierto de lava y desolación que llega a alcanzar el océano. La carretera del litoral atraviesa durante kilómetros este paraje de soledad y ella misma es víctima en ocasiones del magma incandescente expulsado por las frecuentes erupciones del volcán, que lo destroza todo a su paso. Foto de la erupción del 2007:
Siempre nos ha fascinado el comprobar como con el tiempo, vuelve a surgir la vida vegetal en forma de musgo y pequeñas plantas que brotan entre la lava petrificada.
Anse des cascades
La “ensenada” o “caleta” de Santa Rosa, es una de las más hermosas de la costa este. Esta pequeña bahía está rodeada de un entorno increíble de vegetación y de numerosas cascadas que precipitan sus aguas desde apreciables alturas. Aquí decidimos degustar un delicioso menú en el restaurante existente en este entorno paradisíaco.
Iglesia de Notre Dame des Laves
En abril de 1997 el pueblo de Santa Rosa, sufrió la erupción del volcán Piton de la Fournaise, y las coladas de lava avanzaron por sus calles. Sin embargo, se produjo un hecho extraordinario al no verse afectada la iglesia de Notre Dame des Laves. Nos pareció asombroso que el acceso a la iglesia estuviera franqueado por metros de altura de lava petrificada.
Puente colgante sobre el río del Este
El río del Este, es uno de los más caudalosos de la isla y los puentes existentes se derruían por el efecto de los frecuentes cataclismos, hasta que en el siglo XIX se construyó un puente colgante de 150 m de longitud y a 50 m de altura del río con unos hermosos arcos de piedra en sus extremos. En su momento fue considerado uno de los más largos del mundo, de estas características.
Circo de Cilaos
En esta ocasión nos dirigimos hacia el interior de la isla, por una carretera que avanza por paisajes espectaculares y algunos túneles superestrechos, y que sobre todo requiere sortear unas 500 curvas desde Saint Louis a Cilaos. El nombre procede del malgache Tsilaosa, “lugar donde uno está seguro”, aunque para algunos es el nombre de un esclavo de Madagascar llamado "Tsilaos" que se refugió en el circo. Los primeros pobladores fueron los esclavos "marrones" que escapaban de sus amos y se aprovecharon de la dificultad de acceso al lugar. Ya en 1835, llegó el "pequeño blanco" pobre y sin tierra, pero que desarrolló una agricultura de subsistencia.
La población de Cilaos está ubicada en la caldera de un anfiteatro natural al sur del Piton des Neiges, el volcán extinguido que dio origen a la isla de Reunión y el pico más alto de todo el Océano Indico. En 1819 se descubrieron manantiales termales que alimentan su famoso balneario, ubicado cerca de la iglesia de Ntra. Sra. De las Nieves. Hoy en día es el paraíso de los senderistas, pues reune características ideales por la multitud de senderos practicables, en un entorno donde la naturaleza se muestra en su máxima expresión.
Recorrer la corta distancia que hay por la carretera panorámica entre Cilaos e Ilet a Cordes, nos produjo una enorme satisfacción porque la espectacularidad del paisaje es sublime.
Saliendo de Cilaos en dirección hacia Bras Sec, se puede llegar a La Roche Merveilleuse, un espectacular mirador en donde se alcanza una extraordinaria vista panorámica del circo de Cilaos.
Ya por la tarde, finalizamos esta intensa jornada paseando por la agradable población de Cilaos, admirando sus numerosas y bellas casas criollas de madera y su cuidado estanque, embellecido con surtidores de agua. Y para regresar a nuestro alojamiento tuvimos que sortear de nuevo, las famosas 500 curvas de la tortuosa carretera.
Entre Deux
Hermoso pueblo, que conserva magníficas casas criollas con un entorno paisajístico excepcional. Su nombre obedece a que se encuentra ubicado entre dos afluentes del río Saint Étienne: el Cilaos al oeste y la Plaine al este. Antiguamente existían grandes plantaciones de café, pero luego se extendió el cultivo de la caña de azúcar, junto con el de frutales y la agricultura.
Mirador de Bois Court
Desde Le Tampon llegamos a La Plaine des Cafres y desviándonos hacia el interior de la isla, se alcanza el mirador de Bois Court (1350 m), que permite una vista panorámica extraordinaria sobre el valle y la aldea de Grand Bassin. Esta aldea no es accesible por carretera y para llegar por los senderos se ha de salvar un desnivel de más de 700 m. Fuimos testigos como un montacargas transportaba bienes de primera necesidad, desde el propio mirador hasta Grand Bassin.
Bosque de Bebour-Belouve
Después de un hermoso recorrido en coche por el exuberante e impenetrable bosque de Bebour, iniciamos una caminata hasta el refugio de Bélouve, desde donde salen diversos senderos, incluido el que llega a la famosa cascada de Trou de Fer. Como el tiempo no acompaña, nos inclinamos por acercarnos al mirador del circo de Salazie, pero la acumulación de nubes nos impide tener buenas vistas. Al regreso no podemos dejar de detenernos, para admirar una vez más la densa vegetación que acompaña a los cedros, tamarindos, etc. y que conforman un paisaje que evoca el recuerdo del mejor sueño de un bosque de un cuento de hadas.
Grand Etang
Después de degustar comida criolla en La Plaine des Palmistes, nos dirigimos hacia la laguna Grand Etang, que con sus 0,5 km2 de superficie, es la más grande de la isla. Se alimenta de numerosas cascadas, como las de Bras d’Annette, siendo el nivel de aguas muy variable. Dejamos el coche en el parking e iniciamos un estrecho sendero entre la espesa y exuberante vegetación, rodeados de árboles, guayabos y jambules. El suelo estaba muy húmedo y resbaladizo, sembrado de guayabas maduras que impregnan el aire con su afrutado olor. Finalmente llegamos al mirador de la gran laguna, un rincón fascinante de la naturaleza más salvaje.
El volcán Piton de la Fournaise
Madrugamos e iniciamos nuestro recorrido hacia el mejor mirador del volcán Piton de la Fournaise. Ascendiendo por la carretera hacia el Pas de Bellecombe, nos encontramos primero con bosques y praderas donde pastan las vacas. Nos detenemos en un espectacular mirador denominado Nez de Boeuf, que nos presenta unas vistas de un profundo valle llamado Rivière de Remparts.
Seguimos ascendiendo y superado los 2000 m, nos encontramos con el Cráter Commerson, inactivo desde hace mucho tiempo. Caminamos por un corto sendero y nos aparece un enorme cráter de unos 200 m de diámetro y 235 m de profundidad. Nos acercamos hasta su propio borde y más tarde a un mirador sobre un montículo de piedras que permite una excelente vista panorámica de 360 grados.
De nuevo reiniciamos el recorrido por la carretera y el paisaje cambia totalmente, nos adentramos en una enorme planicie de arena roja que tiene su origen en la escoria volcánica y parece que estemos en territorio marciano, llegamos a la Plaine des Sables. La carretera deja de estar asfaltada y el camino se torna polvoriento y con enormes baches.
Finalmente llegamos al Pas de Bellecombe, un impresionante mirador de la enorme caldera (9x13 km) del volcán Piton de la Fournaise, donde hay un albergue de montaña y senderos que descendiendo por los acantilados, permiten llegar al pequeño cráter Formica Leo (formado en 1753 y con apariencia de nido de hormigas) y al cráter gigante del Dolomieu (1000 m de diámetro y profundidad de 300 m). Desde el mirador situado a unos 200 m de altura de la caldera, el paisaje es sobrecogedor y nos sentíamos emocionados por el privilegio de encontramos ante uno de los volcanes más activos del planeta, que prácticamente todos los años ofrece el fascinante espectáculo de su furia.
La Costa Este desde Saint André
Cambiamos a nuestro último alojamiento y nos establecemos en la costa este, en Saint André. Nos pareció una ciudad cosmopolita con gran mestizaje cultural, si bien la población de origen hindú es predominante. Nos acercamos a sus lugares de culto: iglesia, mezquita y el templo tamil Le Colosse.
El Valle de Takamaka
Desde Saint Benoit y desviándonos por una carretera hacia el interior de la isla, se llega al Valle de Takamaka, uno de los parajes donde la naturaleza se expresa con mayor intensidad. Es conocido como el “valle de las cascadas”, con espectaculares saltos de agua en la cuenca del río Marsouins, que desciende por este frondoso valle. Dejamos el coche junto a una central hidroeléctrica y ante nuestros ojos se presenta una sucesión de finas cascadas que caen vertiginosamente desde altas colinas de bosque húmedo coronadas con una niebla persistente, en un entorno que nos recuerda las imágenes de la película de Parque Jurásico. El tiempo era lluvioso y la niebla no permitía mucha visibilidad. El pequeño sendero que desciende hasta las cascadas y la presa, estaba impracticable por la cantidad de lluvia que caía, y a pesar que el más valiente del grupo lo intentó, al final tuvimos que desistir de descender. Al parecer es uno de los lugares del planeta con mayor índice de pluviosidad.
Circo de Salazie
Nos disponemos a visitar el Circo de Salazie, el más exuberante y frondoso por su vegetación y sus múltiples cascadas, que son alimentadas por un alto índice de pluviosidad. Su nombre procede de salaozy que en malgache significa “buen campamento”. La población principal con montañas en sus 360º es Salazie, aunque las más turísticas son Hell Bourg y Grand Îlet.
Partimos desde Saint André hacia el interior de la isla y a la entrada del circo de Salazie, nos encontramos una cascada enorme sin señalizar y que recibe el nombre de Grand Mère.
Atravesamos el pueblo de Salazie y antes del desvío de la carretera para ir a Hell Bourg o Grand Îlet, aparecen una colección de cascadas entre las que destaca la denominada Le Voile de la Mariée o “el velo de la novia”.
Seguimos la ruta en dirección a Hell Bourg, uno de los pueblos más bonitos de Reunión, antiguo balneario en donde la gente más acaudalada de la isla construyó espléndidas casas criollas de madera coloreada con preciosos jardines. Es una base ideal para numerosas rutas de senderismo en el circo de Salazie.
Después de una deliciosa comida en un popular y acogedor restaurante, nos dirigimos hacia el otro brazo del circo de Salazie: Grand Îlet.
Grand îlet tiene una de las iglesias más bonitas de la isla y de inmediato continuamos avanzando por la fascinante carretera repleta de vistas panorámicas hacia el estanque Mare á Martin, donde encontramos los pescadores de tilapias.
Finalmente tomamos la carretera de Le Bélier, atravesamos los pueblos de Casabois y Le Bélier, y continuamos por la muralla de Bord Martin que separa los circos de Salazie y Mafate. Las vistas panorámicas que se perciben en cada uno de los parkings son de ensueño.
Cascada Niágara
En nuestro último día en Reunión y ya camino del aeropuerto, nos detuvimos a diez minutos de Sainte Suzanne, para contemplar la famosa cascada Niágara de 25 m de altura en un paraje precioso, formando una piscina natural a sus pies. Se encuentra en el corazón de los campos de caña de azúcar.
Nos despedimos de Reunión, muy impresionados por la extraordinaria belleza que nos ha ofrecido una naturaleza exótica y salvaje, y reconociendo que es un auténtico tesoro, celosamente guardado por los franceses y ajeno al turismo masivo internacional.
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