jueves, 10 de octubre de 2013

Suzhou, la "Venecia de Oriente"

Suzhou es una hermosa ciudad china situada en el delta del río Yangtsé, a orillas del lago Taihu, en la provincia de Jiangsu, a unas dos horas en tren de Shanghai, que acoge a más de 10 millones de habitantes. Al estar en el centro de una intrincada telaraña de ríos y canales, históricamente ha dispuesto de agua en abundancia y por ello existen asentamientos humanos desde hace 2500 años. Estas aguas alimentan a sus famosos jardines clásicos chinos, el orgullo y gloria de Suzhou. Conocida como la cuna de la cultura Wu, la ciudad goza de un famoso proverbio chino que dice “En el cielo está el paraíso y en la tierra están Suzhou y Hangzhou”.
Hace 2500 años estaba poblada por las tribus locales Gou Wu. En el 514 a.C. era denominada Gran Ciudad de He Lu, por el legendario rey He Lu. Durante la dinastía Qin (222-206 a.C.) perdió parte de su esplendor y más tarde fue renombrada como Suzhou bajo la dinastía Sui (589 d.C.), recobrando un desarrollo más comercial que cultural. Este progreso fue debido a la construcción del Gran Canal que la unió con Beijing, permitiendo fructíferas rutas comerciales. Aún así, jamás recuperaría el rango capitalicio de estado ya que Hangzhou, al final del Gran Canal, sería la nueva perla de oriente.  
 
En la Edad Media sufrió saqueos y destrucciones, primero por las tropas de los rebeldes Jin en 1130 y luego por las invasiones mongolas en 1275. Con la capital imperial muy cerca, en Hangzhou, a manos de la dinastía Song (960-1279), Suzhou se reconstruyó atrayendo a académicos, oficiales y comerciantes. Durante este periodo se construyó el Jardín del Viejo Pescador (1140), el más bello de la ciudad. A finales del siglo XIII, Marco Polo la denominó "la Venecia de Oriente" y habló de "6.000 puentes, astutos mercaderes, hombres mañosos de todo tipo, sabios llamados sages y excelentes físicos". Suzhou fue nuevamente restaurada por los Ming, logrando su máxima prosperidad y desarrollo cultural. Se convirtió en la capital mundial de la moda fabricada con seda. En esta época fue trazado el excepcional Jardín del Administrador Humilde (1513), considerado hoy como una de las maravillas de China.
Jardín del Administrador Humilde
En 1860, la terrible rebelión Taiping de los exaltados cristianos chinos, destruyó la mayor parte de sus monumentos, por eso los hermosos jardines que ahora contemplamos tienen una clara influencia de los Quing. Después del ataque japonés en 1938, la ciudad acaba siendo casi olvidada, hasta que en los años cincuenta se restaura la ciudad, especialmente sus conocidos jardines. Poco queda ya de esa ciudad romántica de casas bañadas por viejos canales que tanto impresionaron a algunos emperadores chinos, como a la viuda Cixi, que se hizo construir en el Palacio de Verano de Beijing, una ciudad en miniatura al estilo de Suzhou.
Nuestra visita a la ciudad se inicia con su monumento más importante, la Colina del Tigre. Aquí fue enterrado el poderoso rey de Wu, He Lu, fundador de la "Ciudad de He Lu", capital del nuevo y poderoso estado de Wu. Cruzamos por un pequeño puente, un hermoso canal con vegetación exhuberante que rodea a la famosa Colina.
El agradable paseo nos conduce a un fabuloso Jardín de Bonsáis, considerado por su amplitud y originalidad, como el más bello de toda China.
Seguimos ascendiendo la colina, encontrándonos algunos pabellones y más adelante alcanzamos una explanada de roca, donde el rey ejercitaba las artes marciales con sus espadas.
Nos fijamos en un estanque, en donde una leyenda señala que está enterrado el poderoso rey, rodeado de miles de espadas. Cuando sólo habían pasado tres días del entierro del rey, el pueblo comenzó a olvidarle, pero un fantasmagórico Tigre Blanco emergió de las sombras, se postró ante la tumba del fundador de la ciudad y custodió el sepulcro. Así nació la famosa Colina del Tigre, y en aquel lugar se alzó la Pagoda.

Finalmente llegamos hasta la Pagoda Yunyansi que alcanza 48 m de altura y data de la dinastía Song (969). Obra realizada de ladrillos y con forma octogonal, destacando que sus 7 pisos se han desplazado ya 2,5 m de la perpendicular en dirección NW. Nos recuerda a la famosa Torre de Pisa (1173), aunque esta alcanza los 4 m de desvío.         
Abandonamos esta hermosa colina y nos dirigimos a visitar una de las joyas de Suzhou, el Jardín del Viejo Pescador. Suzhou es la ciudad de China que más jardines conserva, la mayoría pertenecían a casas particulares y varios de ellos son Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, pues "reflejan la profunda importancia metafísica de la belleza natural en la cultura china en su meticuloso diseño"

Los chinos elevan el paisajismo a la misma categoría que la poesía o la pintura. Sus raíces surgen en la dinastía Han y alcanzan su cénit en la época dorada de los Ming y los Quing.
El diseño de los jardines clásicos chinos incluye siempre cuatro elementos: rocas, agua, pabellones y plantas.
El uso de la roca se basa en la leyenda de un pescador que perdido en su barca dio con una pequeña cueva de roca, y al traspasarla, se encontró con un fabuloso mundo de árboles en flor. Las rocas extraídas de los lechos de ríos y lagos se usan para representar escarpadas montañas, tratando de imitar a la naturaleza. La disposición de hasta la última roca es fruto de horas de meditación. 
El agua es el elemento central: riachuelos, cascadas, estanques y lagos proporcionan relajación, belleza y armonía.
Los pabellones habitados, deben sucederse con sigilo entre los espacios ajardinados, adaptándonse al entorno.
Las plantas deben crecer en libertad, sin dominar la naturaleza, incluso permitiendo un sutil aspecto de abandono.
La simetría brilla por su ausencia, la armonía se consigue por el equilibrio de la oposición de las partes (yin-yang). Las tortuosas y pesadas piedras simbolizan el Yang, mientras que la dulzura y suavidad del agua representa el Yin. Masculinidad y Feminidad. La energía vital hay que saber dirigirla, pues esta fuerza invisible bien canalizada aporta paz y bienestar. Todos los elementos intentan cumplir los preceptos del Feng Shui. Un equilibrio extraordinario cuyo objetivo final siempre era armonizar el hombre con la naturaleza. Recreando en miniatura el paraíso en la tierra.
Nos adentramos en el Jardín del Viejo Pescador (Wangshi Yuan), el más pequeño de Suzhou con tan sólo media hectárea. Fue construido durante la dinastía Song (960–1279) como parte de una residencia que fue usada hasta la rebelión de Taiping en 1860. En el siglo XVIII fue restaurado y se convirtió en la residencia de un funcionario del gobierno del cual surge el nombre del jardín ya que según se cuenta declaró que prefería ser pescador antes que burócrata y decidió dedicar el resto de su vida a "crear" un espacio íntimo y ajeno al mundanal ruido.
La parte central es el jardín principal. Al este del jardín estaba la zona residencial. En la parte oeste, un patio con jardín interior contiene el estudio del maestro, la “Casita trasera de la primavera”. Este rincón, junto con los muebles fue utilizado como modelo para el Jardín de la Sala Ming en el Museo Metropolitano de Arte en Nueva York y también fue miniaturizado para una exposición en el Centro Pompidou de París en 1982.

El jardín principal tiene un gran estanque que está rodeado de senderos y varios edificios, pero nunca produce una sensación de aglomeración, sino de amplitud. El pabellón es accesible por un singular puente que es menos de un pie de ancho. Fijaros el exquisito trabajo realizado en el empedrado del suelo de un serpenteante sendero.
Impresionados aún de la acuarela de sensibilidades que aflora de este hermosísimo jardín, nos disponemos ahora a viajar en el tiempo realizando un paseo de 5 km en una barcaza típica china por el laberinto de canales, para contemplar puentes, rincones y barrios de viejos edificios donde vive un sector de la población que sigue manteniendo el modo de vida de la China tradicional. Toda una experiencia maravillosa, que produce multitud de sensaciones, pero no debemos compararla con Venecia pues no comparte semejanzas.

El emperador Wendi (581-604) de la dinastía Sui, fue el promotor de una de las obras más colosales de la humanidad, un desafío de ingeniería monumental, equiparable a las Pirámides de Egipto o la Gran Muralla: una vía de comunicación fluvial, el Gran Canal que llegó a ser el canal de agua más largo del mundo hecho por el hombre. Unos 5 millones de personas en régimen disciplinario trabajaron en la obra, llegando a construir más de 1700 km de canales.  


Cuando las obras fueron concluidas, el emperador Yang (604-617) recorrió todo el canal con una fabulosa flotilla de barcos dragón, de 105 km de largo y cientos de bellas concubinas como remeras. El objetivo del Gran Canal era satisfacer las necesidades de las ciudades con el agua de los ríos Yangtsé y Hual, y facilitar el transporte de grano desde el delta al norte de China. La repercusión económica fue espectacular y todo el sur se desarrolló y millones de personas mejoraron su calidad de vida. Suzhou comenzó entonces a escribir con letra dorada su interesante historia. El Gran Canal Beijing-Hangzhou, permaneció en activo hasta el siglo XIX.




Descendemos de la barca y caminamos entre las callejuelas de un animado mercado tradicional chino, donde podemos comprobar como parte de la población sigue manteniendo sus costumbres, siendo fundamental que los animales se ofrezcan frescos es decir vivos . . .





Nuestra estancia en Suzhou ha sido breve pero muy intensa, dejándonos un recuerdo imborrable, combinando elementos esenciales de la tradicional vida china con la imagen de una  ciudad que apuesta por el futuro, albergando empresas de alta tecnología en el área industrial denominada "Little Singapore", y convirtiéndola en una de las ciudades más prósperas de China. Tuvimos la oportunidad de asistir a un gran espectáculo de luz, láser, agua y sonido que transmitía la mejor imagen de modernidad.


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