El Pasaje Interior, es una franja de espacio marítimo comprendida entre la costa sur de Alaska (Columbia Británica) y las islas próximas a la misma. Abarca desde la zona de Ketchikan hasta Skagway. Un paisaje laberíntico de 11.000 islas e infinidad de bahías, fiordos y canales, coronado por numerosos glaciares y grandiosas montañas nevadas. La extrema climatología y orografía de la
zona hace que las poblaciones no estén conectadas por carretera y que
la única manera de acceder a ellas sea por mar o aire, por lo que
navegar por el Pasaje Interior constituye la mejor fórmula de circular
por la "carretera marítima" que conecta las diferentes poblaciones.
A bordo del Millenium y procediendo de Seward, nos disponemos a navegar por el Pasaje Interior, un recorrido escénico por sus gélidas aguas, que también nos permitirá conocer los territorios salvajes de las comunidades indígenas o los vestigios de la fiebre del oro del siglo XIX, que construyeron la historia de Alaska.
La navegación invita a toda una aventura con sabor al pasado, avanzando custodiados de grandes bosques lluviosos, azules fiordos, montañas nevadas, islas diminutas de sólo algunas rocas y enormes glaciares. En definitiva naturaleza salvaje.
Tras dos días de navegación y después de
visitar el majestuoso glaciar Hubbard, nuestro barco amarra en Juneau y
realizamos la primera escala.
Juneau
Para conocer el entorno natural que nos rodea, tomamos el teleférico del Robson Mountain, muy próximo al muelle y desde la cima alcanzamos una espectacular vista panorámica del canal Gastineau y de la capital de Alaska con un fondo de montañas exuberantes. Con 30.000 habitantes es la única capital estatal, sin
carretera que la conecte con el resto de Estados Unidos. Su origen se
debe a que se encontró un yacimiento de oro en la zona, convirtiéndose
en capital del estado en 1906.
Decidimos tomar un tour en helicóptero para sobrevolar y explorar el inmenso "campo de hielo" de los alrededores y aterrizar en uno de los glaciares para experimentar la sensación de caminar por encima de tantas toneladas de hielo virgen.
Después de seguir las normas de seguridad y colocarnos crampones, nos introducimos en un pequeño helicóptero de 4 plazas y la de un jovencísimo piloto. Como el grupo es numeroso, los cuatro helicópteros se alzan formando una fila en el cielo y volamos por encima de los glaciares Hole in the Wall, Taku, Norris; Dead Branch y finalmente el East Twin, muy parecido al curso de un río.
El vuelo resulta espectacular por el sorprendente paisaje glacial y su inmensidad. El helicóptero aterriza suavemente sobre la parte superior de un glaciar y nos disponemos a caminar sobre un mar de hielo azul intenso que nos produce una sensación indescriptible. Damos unos pasos en hilera sobre las placas de hielo y empezamos a tomar fotografías para recordar un momento inolvidable. Sin embargo, de inmediato oímos unos gritos y comprobamos que una de nuestras amigas se había hundido en el agua del deshielo, prácticamente hasta la cintura. La sacamos sin mayores consecuencias, que la ropa y la cámara fotográfica bien mojadas. ¡Un buen susto!
Regresamos al barco y después de comer, tomamos un taxi para dirigirnos al imponente glaciar Menderhall, de 19 kilómetros de largo, 2,5 de ancho y 30 metros de alto. El paisaje ofrece frondosos bosques y majestuosas montañas.
Nos despedimos de un intenso día en Juneau, tomando unas cervezas en el histórico y singular Red Saloon.
Skagway
El día siguiente, a las 6 horas descendemos del Millenium en Skagway. Hoy tomaremos el legendario White Pass Train, en un recorrido panorámico de 30 km y unos 800 m de altitud. Esta vía ferroviaria fue construida a finales del XIX para que la ruta de los buscadores de oro hacia el Klondike no fuera tan extrema.
El trayecto descubre el territorio del Yukón, un paisaje muy bello que va cambiando a medida que subimos y al final llegamos a Fraser (Canadá) al pie del lago Bennet. Paseamos a la espera de que un autobús nos regrese a Skagway por la carretera del Klondike.
Después de comer durante la ruta por la carretera, llegamos a un lugar en donde rememorar "la fiebre del oro", probando suerte lavando la tierra en un "lavadero".
Regresamos a Skagway y visitamos una cantina y las habitaciones superiores en donde trabajaban "alegres damas". Con la fiebre del oro a finales del XIX y en sólo tres meses Skagway alcanzó 20.000 habitantes y llego a tener ochenta cantinas, cientos de prostitutas y multitud de jugadores, forajidos y asaltantes que se turnaban para robar las ganancias de los buscadores del oro. En el centro de la ciudad, en Broadway Street y alrededores, hay numerosas edificaciones y fachadas de madera con llamativos coloridos que recuerdan el esplendor de su época dorada.
Al regresar al barco y en una tarde muy soleada, tuvimos ocasión de disfrutar de la piscina en el corazón de Alaska.
Icy Strait Point
El día siguiente nuestra escala es Icy Strait Point.
Es un pequeño lugar de pescadores ubicado en una isla, en donde en 1912 se fundó una histórica fábrica de conservas, muy próximo al pueblo de Hoonah, cuna de los indios tlingit, famosos por su cultura de ceremonias, ritos, cantos y bailes.
Después de llegar a tierra con los "tenders", tomamos un autobús para llegar hasta el pequeño pueblo de Hoonah. En el propio ayuntamiento, un simpático alcalde nos regala un pin del pueblo. Después regresamos a Icy Strait Point y realizamos un paseo por un denso bosque que nos conduce a una playa, donde el paisaje se presenta de postal.
Ketchikan
La última escala en la travesía del Pasaje Interior es Ketchikan, la tercera ciudad más importante de Alaska.
Está situada en la isla de Revillagigedo a 600 km al sur de la capital Juneau. En sus orígenes fue un centro indígena de actividades pesqueras y conserveras, pero su prosperidad llegó en 1898 con la fiebre del oro del Klondike, convirtiéndose en base de suministro y puerto de entrada de los mineros.
Tomamos un tour para visitar la pequeña aldea nativa Saxman, con el incentivo de poder contemplar totems, osos y águilas. Los indios tlingit muestran sus habilidades en la talla de esculturas de cedro y con gran colorido reflejan leyendas de un clan o conmemoran un acontecimiento determinado. En ellos casi siempre aparecen animales (cuervos, osos y águilas) o personas de la cultura indígena. Tenemos una buena muestra en el Saxman Totem Park, uniendo arte y espiritualidad aunque los totems no se veneran, explican narraciones míticas.
Más tarde en un parque rodeado de bosques de cedros y abetos, contemplamos la evolución de numerosas águilas calvas.
Regresamos a la pintoresca Ketchikan, capital mundial del salmón, y paseamos por sus bonitas calles. Parte de la zona antigua está construida sobre pilotes que emergen desde el mismo río. Las calles de madera de Creek Street, con gran encanto fotográfico, están llenas de tiendas de regalos, en donde antes se ubicaban los famosos burdeles de Alaska. Además, toda la ciudad está ornamentada con totems
de cedro de los tlingit.
Nuestra navegación por el Pasaje Interior finaliza y nos acercamos a Vancouver, destino final del crucero. En este viaje, hemos podido comprobar que el acceso a maravillosos paisajes salvajes, requiere inexcusablemente medios de transporte adecuados