martes, 24 de julio de 2012

Parque Nacional Denali

Alaska con 1.717.854 km² (3,4 veces España), es el estado más grande de los EEUU. En 1867, William H. Seward negoció la compra de Alaska al zar Alejandro II de Rusia por 7,2 millones de dólares y lo que al principio generó muchas críticas, finalmente fue un gran negocio, al descubrirse oro en el Yukón.
En el interior de este territorio frío y absolutamente salvaje, se encuentra la joya de la corona: el Parque Nacional Denali, constituido en 1917, que con sus 24.585 km² (77% de la superficie de Cataluña), es el mayor ecosistema protegido del mundo, albergando numerosas especies de plantas y flores, mamíferos, aves y peces. Pero los animales comúnmente avistados son los osos grizzly, el caribú, el alce, los lobos, los zorros y el águila real. Ese impresionante espacio natural que alberga tres ecosistemas únicos: taiga, tundra y región alpina, está presidido por el Monte Mckinley con 6.194 m., la montaña más alta de toda Norteamérica. Los atabascanos lo llamaban Denali ("el más alto") y se encuentra en la cordillera de Alaska, a una latitud de 63º N. y a menos de 300 km. del círculo polar ártico, en un entorno muy hostil, considerándose la montaña más fría del mundo, con temperaturas de 50ºC bajo cero.
Autor: Threat to Democracy
Después de abandonar Anchorage y de comer en Talkeetna, un  pueblecito de antiguos leñadores, nos dirigimos por la "Parks Hihgway" hasta la milla 135 para contemplar la "Denali View South", ilusionados por nuestro primer encuentro con el "mamut de granito y hielo". El paisaje que se abría ante nuestros ojos, deslumbraba por la existencia de una imponente cordillera y un gran río que discurría serpenteando en un gran valle. Nuestra mirada se centró en las numerosas cumbres nevadas intentando identificar el Monte Mckinley, pero las nubes del cielo guardaban celosamente la contemplación del Denali.


Cuando nos disponíamos a reanudar el camino, oímos hablar en castellano y saludamos a unos escaladores andaluces que acababan de alcanzar la cima del Denali, enfrentándose a aludes, tormentas y grietas de glaciares, en donde uno de ellos estuvo a punto de perder la vida. Eran personas con gran experiencia en escalada y aún así tuvieron grandes dificultades.
Luego proseguimos hasta la milla 163, y desde la "Denali View North", revivimos con esperanza el ritual de descubrir de nuevo el Denali, pero sin resultados positivos. Por el camino, entramos en un centro comercial para adquirir nuestro picnic de la excursión a realizar el día siguiente, ya que preveíamos madrugar mucho. Yo decidí quedarme en el parking vigilando nuestro Ford y tuve oportunidad de constatar como en Alaska, las personas precisan establecer contactos humanos y se esfuerzan mucho en conseguirlo. Así, un solitario conductor entabló conversación y ante la dificultad de entenderse con mi pobre inglés, mantuvo un esfuerzo considerable para hacerse entender y explicarme su actividad en unas minas cercanas.
Accedimos al P.N. Denali por Healy, y un poco más adelante llegamos al Denali Park Hotel, con apariencia de motel con barracones y tres vagones de ferrocarril que albergan la recepción y un bar. Uno de ellos es de 1943 y lo utilizaron las tropas americanas en la Segunda Guerra Mundial.
En los últimos días de junio, la luz solar se prolonga más allá de las doce de la noche, amaneciendo de nuevo a las tres de la mañana, por lo que teníamos dificultades para conciliar el sueño, aunque el cansancio que acumulabamos lo favorecía. El día siguiente, nos despertamos a las cuatro de la mañana, para tomar la excursión en un autobús, con aires de escolar, al mítico Wonder Lake, atravesando el parque (150 km) y con una duración aproximada de 6 horas. El conductor-guía con tono de voz al estilo de Leonard Cohen, explicaba todos los detalles del parque con un sonido poco inteligible para nosotros, por lo que nos ubicamos al final del bus. Al detectar algún animal, el conductor detiene el autobús y todos los pasajeros disparan al unísono sus ráfagas de fotografía, luchando por disponer de una pequeña porción de ventanilla para apuntar bien con el objetivo.


Desde el inicio, se percibe una naturaleza salvaje, la taiga con bosques de abedules, sauces y coníferas es el ecosistema que alberga más fauna. Aquí los alces alcanzan 700 kg., tienen en las hojas de sauce su alimento preferido y lucen sus enormes cornamentas esperando la época de celo para entablar sus luchas por mantener o conquistar su harén.
A mayor altitud aparece la tundra, amplias llanuras abiertas, propicias para todo tipo de hervíboros y depredadores. Manto verde y húmedo cubierto de musgo, líquenes y arbustos pero en donde no hay grandes árboles, por lo que se hacen más visibles las cumbres colosales de la cordillera. Este amplio territorio es el que mejor nos ha permitido fotografiar la fauna salvaje compuesta por alces, caribúes, ardillas, lobos y osos.


Durante el recorrido, realizamos tres paradas en centros de interpretación de los ecosistemas existentes. Una oportunidad única para contemplar los maravillosos paisajes que rodean al McKinley. Finalmente llegamos al lago Wonder, con la ilusión de realizar una caminata y degustar nuestro picnic. Sin embargo, el lugar estaba infectado de mosquitos y tuvimos que retirarnos precipitadamente al autobús para poder desayunar.
Lago Wonder - Dave Bezaire & Susi Havens-Bezaire
A la vuelta repetimos el itinerario y las mismas paradas, pero tuvimos mejor fortuna en la contemplación de la fauna. El tiempo va mejorando a medida que avanza el día, ganando visibilidad al reducirse la grisura de la niebla y ... ¡oh, gran sorpresa!, para gran alegría y regocijo nuestro, nos topamos literalmente con una pareja de osos que tan tranquilamente interceptaron la pista por donde circulaba el autobús, haciendo detener inmediatamente el tráfico de vehículos.



Un poco más adelante, el vuelo ampuloso y espectacular del águila, parecía coronar un día especialmente intenso en emociones, en medio de las montañas más salvajes de Alaska.
El día siguiente amaneció con un sol espectacular y convenimos en realizar un vuelo en avioneta alrededor del McKinley. En el hotel nos hacen la gestión y nos recogen para trasladarnos a un pequeño aeropuerto muy cercano. El experimentado piloto nos intenta convencer de que tiene una oferta irresistible que consiste en aterrizar en la lengua de un glaciar. Sin embargo, nuestro conservadurismo y los dólares, nos inclinan a limitarnos a un vuelo panorámico alrededor del Mckinley.
Acomodados en la diminuta cabina, cruzamos los dedos y despegamos desde una pista muy reducida, acorde con el tamaño del mini aeropuerto. El viento no sopla con mucha fuerza y el piloto sitúa la avioneta rápidamente por encima de un manto blanco de nubes. A pesar de que todos estamos intercomunicados por micrófono y auriculares, el paisaje a vista de pájaro será tan imponente, que la comunicación entre nosotros se reducirá a algunos murmullos y suspiros, porque la grandiosidad del momento todo el mundo la quiere vivir intensamente.
Primero divisamos ríos de aguas turbulentas, que cruzan el fondo aluvial de amplios valles, bien alimentados por el derrame permanente de las franjas de hielo existentes en las laderas de las montañas. Más adelante, apareció la característica región alpina, con infinidad de lenguas de hielo que avanzando por la acción de la gravedad, van labrando el suelo y la configuración de los valles.
A lo lejos aparecen cumbres colosales con esculpidas formaciones rocosas y gélidas cimas, teñidas en su mayor parte por un manto de blanca nieve. La cordillera tiene más de 20 picos con más de 3000 m. de altitud y cientos de glaciares, cuatro de ellos más grandes que la propia isla de Manhattan.


Y finalmente estamos frente al mismísimo señor de este continente plagado de glaciares: el Mckinley. Rodeamos en nuestro vuelo dos veces el majestuoso monte, para inmortalizar en nuestro pensamiento y corazón una vivencia única. Un viaje de dos horas, que en un día soleado, representa una experiencia inolvidable.
Nos despedimos de Denali, con el sentimiento de que hemos tenido el privilegio de aproximarnos a un entorno donde la naturaleza y la vida salvaje es omnipresente.

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