miércoles, 25 de febrero de 2015

Machu Picchu

Y por fin, llegó el día de nuestro esperado encuentro con Machu Picchu. Desde Aguas Calientes y sobre las seis de la mañana tomamos el bus que por un camino estrecho y zigzagueante nos llevó hasta la entrada de una de las "7 Nuevas maravillas del mundo": el increíble Machu Picchu, que a su vez ya fue designado en 1983 por la UNESCO, como Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad.

Nos encontramos en un emplazamiento majestuoso, en lo alto de un risco (2.430 msnm), entre las dos montañas Machu Picchu y Huayna Picchu, circundados por cadenas montañosas que presentan una barrera infranqueable y mirando hacia el abismo contemplamos el meandro del río sagrado Urubamba, 400 m por debajo de nuestros pies. Un escenario natural que a primera hora de la mañana y con niebla nos deja sin aliento por su belleza y que su estampa presidirá toda nuestra visita a este santuario por excelencia de la civilización inca.


Ubicado a 120 km al norte de Cuzco, el santuario inca de Machu Picchu (Montaña Vieja) fue construido bajo la dirección de Pachacútec, sobre una montaña de granito y es sobre todo una excepcional muestra de arquitectura integrada en el hermoso paisaje natural que la rodea. Tras su descubrimiento en 1911 por el explorador Hiram Bingham, hoy nos quedamos maravillados al contemplar los restos de sus templos y palacios, sus finas fuentes labradas sobre la piedra, sus altares y observatorios astronómicos, los lugares para el culto a sus muertos, . . .



Y nos seguimos preguntando, por su colosal técnica constructiva, su conocimiento sobre las fallas geológicas, su maestría en la ejecución de la obra, en el transporte, tallado y pulido de la roca y por supuesto en la función de Machu Picchu como fortaleza, refugio del Inca, área de retiro para las vírgenes del sol, o localización estratégica sobre las tierras conquistadas y también el por qué lo abandonaron los incas y fue devorado por la selva.

Tumba bajo el Templo del Sol

Intiwuatana o reloj solar
Pozas líticas para observar los astros

Por su configuración se supone que Machu Picchu contaba con dos grandes sectores: agrícola y urbano o ciudadela, ambos separados por un muro de unos 500 m. El sector agrícola rodea a la ciudadela, con terrazas de cultivo que de forma escalonada, recubren la superficie de las laderas del cerro siguiendo magistralmente sus curvas de nivel, otorgando esa integración paisajística que tanto nos conmueve por su armonía.

Se estima que en la ciudadela sólo vivían alrededor de unas 300 personas, distribuidas a los lados de una larga plaza. Los edificios se conectaban mediante estrechas callejas con pendiente o escalinatas y todo el sector urbano contaba con un muro de defensa y un ancho foso seco que rodeaba el conjunto.

Como la afluencia de los visitantes es notable, decidimos caminar hasta la Intipunku (Puerta del Sol) a 2.745 msnm, la entrada a Machu Picchu del Camino Inca, situada a una altura mayor que el Huayna Picchu.

El Intipunku es un importante recinto arqueológico, considerado un punto de defensa de la Ciudadela. Una hora subiendo con paciencia por un camino empedrado, nos permite relajarnos de la presión de los visitantes y emocionarnos de las impresionantes vistas que contemplamos y que jamás olvidaremos.

Nos resulta increíble que los Incas llegaran a este escarpado enclave, rodeados de una inmensa selva e imponentes montañas, y con su conocimiento y esfuerzo labraran esta excepcional muestra de arquitectura paisajística, una de las más extraordinarias del mundo. En resumen, una poesía del paisajismo, un himno a la naturaleza, una magia imposible de describir y compartir a través del lenguaje, de la imagen o del texto. !!!

Islas de Uros y Taquile

Nuestra estancia en Puno, población situada a 4.000 msnm y a orillas del lago Titicaca, estuvo bastante afectada por el "soroche" o mal de altura y eso a pesar de que en el desayuno tomabamos el té de coca. El entorno urbano de Puno, con calles de tierra en obras, casas a medio construir y fachadas sin acabar, pues sólo se pagan impuestos cuando se terminan las casas, nos trasladó una imagen de ciudad en construcción o más bien que había sufrido un terrible seismo.
El lago Titicaca es el lago navegable con mayor altitud del mundo (3.820 msnm) y es inmenso (8.372 km²). Su nombre significa "Puma de Piedra", por la forma que adquiere su perímetro. En el puerto de Puno tomamos una lancha para visitar las islas de Uros y Taquile.
Los uros son una etnia proveniente de la Amazonia que se mezcló con los aymaras, habitando los márgenes del lago Titicaca. Se autoexiliaron de tierra firme, huyendo de los pagos abusivos de impuestos y construyeron islas artificiales, hechas con totoras y sujetas en sus extremos por unas sogas atadas a palos que se incrustan en el cieno del fondo del lago, de forma que las islas flotantes quedan estáticas.
La totora o junco, es una planta acuática que crece en abundancia en el mismo lago y con ella se construyen las islas, las casas, los barcos, la artesanía y también se come y se utiliza como combustible.

Tuvimos oportunidad de comprobarlo, pues una vez desembarcamos en una de las islas flotantes, y después de la extraña sensación de saltar sobre la base de totora, vimos una niña que nos ofreció compartir un trozo de totora. Le quitamos la parte exterior de color verde, quedando una parte blanquecina y la comimos, teniendo un sabor parecido al espárrago blanco.

Las mujeres nos recibieron vestidas con ropas de vivos colores e incluso nos animaron a que probaramos su indumentaria, y nos saludaron en su idioma aymara.
Los uros constituyen una comunidad acuática alrededor de unas 20 islas, de dimensiones reducidas que albergan unas cuatro familias, con una economía de subsistencia basada en la pesca artesanal, la caza de aves y patos, la confección de tejidos y últimamente el turismo.

Cada isla la construyen entretejiendo varias capas de totora que se renuevan cada tres meses, echando totora fresca sobre la superficie, a medida que se van pudriendo las capas inferiores, de modo que la superficie siempre está mullida y seca. Para el transporte utilizan unas balsas hechas de la misma totora trenzada y la proa representa siempre un animal.

Tomamos de nuevo la lancha y después de dos horas de navegación desembarcamos en la isla Taquile, que con una superficie de 6 km² es la segunda isla más grande del lago Titicaca. Como el pueblo está en lo alto de una montaña, ascendemos por un camino serpenteando entre sus andenes o terrazas de cultivo, contemplando una bella panorámica del lago Titicaca y atravesando decorados arcos de piedra.

Los lugareños de Taquile son de origen quechua y mantienen costumbres y tradiciones incas ancestrales. Recordemos que el lago Titicaca era un lugar sagrado para la mitología inca, pues del fondo de sus aguas emergieron Manco Cápac y Mama Occllo, hijos de Inti, el Dios Sol, para construir el poderoso imperio inca.
La principal actividad en la isla es la agricultura y de sus terrazas de cultivo obtienen infinidad de variedades de papas. Pero sus habitantes destacan por su excelente artesanía textil, con laboriosas decoraciones simétricas de vivos colores y que ha sido reconocida por la UNESCO como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. Curiosamente son los hombres los que cosen.

Esta isla fue de las últimas tierras conquistadas por los españoles en el siglo XVI y finalmente pasó a la corte de Pedro Gonzales de Taquila. La vestimenta tradicional incaica fue prohibida, por lo que tuvieron que adoptar la vestimenta campesina que hasta el día de hoy usan, destacando entre los hombres el chullo o gorro de apretada lana. A través de los colores o el tamaño de la borla se puede conocer los distintos estatus sociales o estados civiles. La sociedad taquileña está basada en el trabajo comuniario y en el código moral Inca: "no robarás, no mentirás y no serás perezoso". Existen 16 líderes que cambian cada año y que se encargan de repartir el trabajo, las actividades y los ingresos económicos de la isla. Se organizan en base a las Leyes Antiguas heredadas de sus antepasados. Por ejemplo, los restaurantes turísticos todos tienen el mismo menú y precio.
No existen perros en toda la isla, ni carreteras, ni vehículos a motor y apenas animales de carga. Todo lo cargan ellos con sus propias fuerzas, aspecto que pudimos comprobar, pues desde el rústico muelle donde un barco había dejado mercadería, ésta era finalmente acarreada hasta la población.

Llegamos a la plaza principal de la isla después de atravesar un arco de piedra, allí nos encontramos una iglesia, un campanario, casitas estrechas, una tienda de artesanía local, dos restaurantes y sobre todo unas vistas hermosas y magníficas sobre el lago Titicaca.


Para finalizar la excursión, nos dirigimos a una casa familiar en donde nos ofrecieron un almuerzo con platos típicos de la gastronomía local, con una riquísima sopa de quinua y una excelente trucha del lago.

Nuestra visita a las islas de Uros y Taquile, supo a poco por el limitado tiempo que disfrutamos, sin embargo quedamos sumamente impresionados por el hecho de que estas comunidades sigan manteniendo una cultura viva y compleja, en la que se siguen respetando costumbres ancestrales y donde parece que el tiempo transcurre de una forma mucho más sosegada y lenta.

lunes, 23 de febrero de 2015

Valle del Colca

Desde la ciudad de Arequipa (2.325 msnm), nos desplazamos al Valle del Colca, en un recorrido de unas cuatro horas que nos permite apreciar lentamente la mutación del paisaje, desde el oasis verde en donde se encuentra Arequipa, rodeado de un área desértica propia del desierto de Atacama hasta la pampa y los valles andinos, así como la cadena de montañas con sus numerosos volcanes, espectacular paisaje que se contempla desde el Mirador de los Andes, situado a 4.950 m de altitud.

Por el camino nos encontramos con aves migratorias, patos, alpacas, llamas y vicuñas. Las vicuñas son camélidos como las llamas y las alpacas, pero con el cuello más alargado y de color marrón, están protegidas y son muy apreciadas por su lana (600 $/Kg). Las alpacas son todas blancas y su carne se come como el cordero (doy fé de ello) y la llama puede tener otros colores y su cuello es diferente, además la llama te escupe y no se come porque están protegidas.

El río Colca nace en los Andes y cerca de Chivay aparecen en sus márgenes andenes o terrazas de cultivo con formas curvas caprichosas, configurando el denominado Valle del Colca, que tiene su punto más elevado en el volcán inactivo Ampato (6.388 msnm). Son unos 100 km de longitud, en donde se localizan 16 pueblos, descendientes de las etnias de los Collahuas y Cabanas, de quienes han heredado una rica tradición cultural, que se plasma también en la arquitectura y en las pinturas murales de sus iglesias.
Nos adentramos en un área de grandes movimientos tectónicos, con más de 80 volcanes, algunos activos como el Sabancaya, ubicado entre el macizo volcánico del Hualca Hualca y el volcán Ampato. Después de un largo recorrido por una trocha de tierra llegamos a Chivay (4.200 msnm), el pueblo más grande del valle.

Chivay tiene una pequeña Plaza de Armas, con una fuente en el centro y la iglesia. Hoy se ha convertido en el acceso turístico al Valle del Colca, aunque en la época preinca e inca su centro neurálgico era Yanque.
A la espera de que nos recoja nuestro transporte, decidimos visitar el mercadillo, que nos aporta una rica experiencia sobre la vitalidad y el colorido de estos pueblos andinos.
Por la tarde, nos trasladamos para hospedarnos a una casa familiar muy sencilla de Yanque, ubicado a 30 minutos de Chivay y una vez alojados efectuamos una pequeña caminata para llegar a las Termas de la Calera.

En un recinto junto al río, y desde un agujero entre las piedras surgen aguas olorosas, con propiedades medicinales y a una temperatura de 80ºC procedentes del Volcán Cotallaulli, que convenientemente enfriadas llegan a las piscinas a 35ºC. Estas se encuentran al aire libre, por lo que resulta muy agradable tomar un relajante baño, mientras contemplas la naturaleza que te rodea.

Al día siguiente madrugamos para desplazarnos hasta la Cruz del Cóndor. Pero antes de salir y en la propia plaza de Yanque, contemplamos la danza típica del Wititiazo, que todos los días representan los niños antes de iniciar el colegio y en honor a los visitantes que acuden a esta población.

También visitamos en la misma plaza, la Iglesia de la Inmaculada Concepción, de estilo barroco mestizo de 1690 que cuenta con retablos neoclásicos policromados y una cruz procesional de plata del siglo XVI.

A continuación, nos desplazamos por una trocha de tierra que bordea el margen izquierdo del gran Cañón del Colca. Su origen se debe a una falla geológica que durante miles de años fue erosionada por el río Colca, el más largo de la costa peruana.
El recorrido es magnífico, pues desde los miradores que encontramos, obtenemos unas vistas espectaculares del valle, con sus verdes terrazas de cultivo y el colorido variado de las aguas de sus estanques y del río.

En una pared vertical de una montaña junto al camino, de increíble acceso, vimos excavados en la roca unos enterramientos aimaras, además de colcas o graneros. Recordemos que para los aimaras este valle fue un auténtico granero, con grandes plantaciones de maíz, papas, quinua, etc.

La pendiente del camino va en aumento hasta alcanzar nuestro destino, el Mirador de la Cruz del Cóndor, lugar de uno de los avistamientos más famosos del mundo, cóndores en estado natural. Cerca de este mirador, es donde el Cañón de Colca alcanza su mayor profundidad, siendo el más profundo de la tierra, según la medición que realizó el matemático polaco Pietowski en 2005, alcanzando los 4.160 m.

El mirador es un lugar privilegiado situado a 3.287 msnm, donde se ha construido junto al precipicio un pequeño muro de piedra y una gran cruz. La panorámica que se observa es espectacular, el río Colca al fondo a una profundidad de 1.200 m, mientras que la montaña de enfrente tiene 3.100 m de altura en cuyas cumbres se ven nieves perpetuas y delante de nuestros ojos el espectáculo natural del vuelo majestuoso de los cóndores.
El cóndor andino es una ave carroñera de considerable tamaño, hasta 3 m de envergadura y muy longeva, hasta 50 años. En este lugar se levantan corrientes térmicas ascendentes de aire cálido que facilitan su elevación y vuelo, aprovechándolas pueden volar hasta alturas de 7.000 m, para luego planear por cientos de kilómetros casi sin mover las alas.

Quedamos fascinados y muy impresionados de este espectáculo natural, disfrutando plenamente de los vuelos y "danzas" que nos ofrecieron, alrededor de unos diez magníficos ejemplares.